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CRÍTICA

La noche de los metales

27/10/2014 |

 

Programa: Obras de Rameau, Shostakóvich y Sibelius.

Lloc i dia:L'Auditori, 25 de octubre de 2014

El Piano de Yuja Wang
Obras de Jean-Philippe Rameau, Dmitri Shostakovich y Jean Sibelius.

Orquestra Simfònica de Barcelona i Nacional de Catalunya

Yuja Wang, piano
Mireia Farrés, trompeta
Víctor Pablo Pérez, director

 

Las visitas del director burgalés Victor Pablo Pérez son siempre una garantía de buen hacer musical, y ésta no fue ninguna excepción. El programa, variado y aparentemente inconexo, ofrecía atractivos para todos los gustos: la popular Sinfonía núm. 2 Op. 43 de Sibelius, el simpático y brillante Concierto para piano núm. 2 de Shostakóvich, y una suite de la ópera Hyppolite et Aricie de Rameau.

El concierto contaba con el atractivo de la primera actuación con la OBC de la joven y mediática pianista china Yuja Wang. Antaño mas asociado a las divas operísticas, el culto a la imagen está cada vez más extendido entre los solistas instrumentales. Afortunadamente, en el caso de Yuja Wang ese culto no va en detrimento de su talento, pero sin duda la primera imagen que proyecta al pisar el escenario tampoco le hace ningún favor. Cierto, en pleno siglo XXI las salas de concierto no deberían ser hábitat de pingüinos, pero tampoco de otras aves mas coloridas. Su vistoso y atrevido atuendo era además de alto riesgo: por ejemplo, un ligero desliz con sus infinitos tacones y los espectadores de la primera fila no tendrían que esperar a la media parte para conseguir un autógrafo de la pianista.

En lo estrictamente musical, Yuja Wang y Mireia Farrés -esta última trompeta solista de la OBC- hicieron alarde del dominio de sus respectivos instrumentos, pero sobre todo de su capacidad de hacer música juntas. Farrés mostró el aspecto más lírico y delicado de la trompeta, no siempre evidente para el espectador sinfónico, así como el más enérgico y burlesco, siempre con un sonido de gran pureza y precisión. Por su parte Wang ofreció una versión precisa pero nada mecánica de la exigente partitura. Ambas encajaron perfectamente con la orquesta para brindar una versión ágil y fresca de éste inusual y atractivo concierto. Wang no posee (o al menos no lo mostró) el afán de protagonismo de tantas jóvenes estrellas y, a pesar de aparecer como la protagonista absoluta en el título y del cartel del concierto, compartió protagonismo con Farrés en la bellísima habanera de Ravel que ofrecieron de propina. El resultado evidenció un importante trabajo conjunto de ambas solistas. Si la trompeta era la encargada de llevar la seductora melodía, el sutil acompañamiento de Wang no pasó desapercibido y resultó más impactante si cabe después del enérgico virtuosismo mostrado en el concierto de Shostakovich.

En la segunda parte la orquesta en pleno tomo el escenario para interpretar una de las obras sinfónicas más populares del siglo XX. La Segunda de Sibelius es muy agradecida no sólo para el público, también para los intérpretes, puesto que brinda espléndidas ocasiones de lucimiento a prácticamente todos los solistas y secciones de la orquesta. Desafortunadamente, en las maderas, una sección habitualmente muy solvente en la OBC, no todos aprovecharon tan suculentas ocasiones, lastrando en cierto modo los primeros movimientos. En cambio los metales -de gran importancia en el estilo de orquestación de Sibelius- relucieron más que nunca, tocando con un sonido y un aplomo ejemplares, inspirados quizá por la magnífica actuación de su compañera de filas en la primera parte. Victor Pablo Perez optó por una versión grave, de sonido contundente y más dramática que lírica. Si los dos primeros movimientos acusaron una cierta falta de fluidez, esto fue compensado con creces en los dos últimos, con una cuidadosamente planeada transición al final del tercer movimiento que nos llevó de forma gradual e impactante a la envolvente sonoridad, paradigmáticamente sibeliana, del cuarto movimiento. De gran importancia fueron los bajos, que proporcionaron la adecuada profundidad y los metales que cerraron la sinfonía con la triunfal coda.


Esteban Rey
Catclassics.com

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