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El Liceu piensa en Víctor García de Gomar para su dirección artística

12/1/2019 |

 

La comisión ejecutiva del teatro ha de ratificar aún esta apuesta por el actual responsable artístico del Palau

Todos los caminos conducían a Víctor García de Gomar. Desde el momento en que el Gran Teatre anunció su voluntad de cerrar la etapa de Christina Scheppelmann al frente de la dirección artística del coliseo lírico, publicando acto seguido las bases de un concurso público en las que se indicando el perfil deseado –alguien capaz de “imprimir un relato artístico propio y una dimensión internacional con raíz local”–, todas las quinielas apuntaban a De Gomar como candidato más probable y plausible.

De algún modo, tal y como opinan fuentes próximas a los equipamientos de clásica de la ciudad, con este nombramiento se desviste un santo para vestir otro, pues la labor de De Gomar al frente de la dirección artística (adjunta) del Palau de la Música Catalana, en un mano a mano con Joan Oller, director general de la sala, ha sido y está siendo remarcable. Nombrarle adjunto, en el 2011 –tarea que asumió sin dejar de lado la programación del Auditori de Girona–, fue la mejor manera de restaurar la confianza en el Palau y dejar atrás la crisis institucional que supuso el desfalco confeso de Fèlix Millet durante tres décadas.

La complicidad que estableció De Gomar con determinadas figuras de la clásica, como Gustavo Dudamel, y el carácter rutilante de sus temporadas musicales, salpicadas de presencias de artistas plásticos en diálogo con la arquitectura del edificio modernista, no ha dejado a nadie indiferente. De hecho, en esos últimos años de crisis económica, con un Liceu tocado en la línea de flotación presupuestaria, el Palau ha contribuido más que ningún otro equipamiento a situar Barcelona en el mapa europeo de la tan ambicionada excelencia.

Nacido en Barcelona, en 1975, este barítono que ya de niño era un fanático de la clásica –alguna vez ha comentado que en ausencia de los padres no aprovechaba para hacer trastadas con los amigos, sino que se fugaba sin permiso para asistir a un recital en el Liceu de Fisscher-Dieskau–, tuvo pronto claro que su profesión estaría relacionada con la música. El piano y el canto fueron sus inicios, pero consciente de que no destacaría, cursó derecho e hizo un postgrado de gestión cultural en la Universitat Pompeu Fabra. Fue entonces cuando conoció a Maricarmen Palma, quien le dio trabajo en el Servei de Música de la Fundació La Caixa.

Su experiencia en el mundo de las grandes voces no es menor, tal como demuestra el ciclo Grans Veus del Palau, que ha logrado acerar a la ciudad a figuras que con el Liceu a medio gas no habrían estado al alcance del público barcelonés. Y luego está la ópera semiescenificada –las versiones de René Jacobs de los títulos de Mozart y Da Ponte fueron un acontecimiento en el Palau–, un terreno que ha explorado y que supone cierta garantía por su parte a la hora de tomar el timón artístico de un trasatlántico como es el teatro de la Rambla. Sin ir más lejos, Gardiner acudió al Palau con su versión de Il ritorno de Ulisse in Patria, Minkowski hizo lo propio con Orfeo ed Euridice de Gluck (con Philippe Jaroussky), Cecilia Bartoli trajo su deseada Cenerentola, y próximamente se verá Semele de Händel (otra vez con Gardiner) y Einstein on the beach de Philip Glass...

No obstante, según ha podido saber este diario, la gestión de De Gomar en el Liceu contemplaría una asesoría externa en materia de producciones escénicas, a la hora de diseñar las temporadas. Una figura notable de la reggia que iría cambiando cada cierto tiempo y que, al parecer, comenzaría siendo Àlex Ollé, cofundador de la Fura dels Baus. Precisamente sus montajes de Quartett y Tristan und Isolde han estado presentes en algunas temporadas de Christina Scheppelmann.

Es probable que la coyuntura económica del teatro no le haya permitido a la directora alemana lucir en todo su esplendor ni su experiencia ni su profesionalidad, ni siquiera su visión de cómo ha de ser un teatro de ópera por dentro, o su insuperable agenda de contactos. Por el momento, su contrato finaliza a finales de 2019. Los tempos del relevo entre ella y el director entrante están por ver.

Maricel Chavarría
La Vanguardia

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