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Zubin Mehta: “Mi sueño de que la música lleve a la paz no se ha hecho realidad”

12/9/2019 |

 

El maestro indio se despide de la Filarmónica de Israel en BCN Clàssics

Corría 1969 cuando un joven Zubin Mehta fue nombrado asesor musical de la Orquesta Filarmónica de Israel. Se trataba de la agrupación que había fundado el histórico violinista polaco Bronislaw Huberman en 1936, logrando que 75 notables músicos judíos viajaran a Palestina. Esto sucedía justo el mismo año en que nacía el maestro indio, en Bombay. Y tal vez por eso el destino quiso unir su trayectoria a la de la emblemática orquesta. En el 77 lo nombraron director titular y desde 1981 es director vitalicio. Llevan medio siglo promoviendo juntos la paz y la diplomacia en Oriente Medio. Ahora, tras más de tres mil conciertos juntos y tours por los cinco continentes, Mehta coge fuerzas para sobreponerse a su ya larga enfermedad –un cáncer que le apartó de los escenarios la primavera pasada– y despedirse dignamente de sus músicos en la que está siendo su última gira mundial con ellos. La Vanguardia conversa al teléfono con el incomparable artista antes de que el 18 de septiembre acuda a L’Auditori de Barcelona de la mano del ciclo BCN Clàssics.

¿Cómo se encuentra de salud?

Bien, estoy bien.

De origen indio pero vienés en el fondo, usted representa como nadie la fusión de culturas y civilizaciones. ¿Ve relevo en este sentido entre las nuevas generaciones?

Tenemos que mirar cuidadosamente porque hay músicos que son maravillosos. Ahora mismo Lahav Shani asumirá el puesto de batuta de la Filarmónica de Israel después de cincuenta años de estar yo. Y tengo mucha confianza en él. Luego con este perfil está también Gustavo Dudamel en la Filarmónica de Los Ángeles, y hay solistas procedentes de China a los que habrá que prestar atención.

¿Lo sugirió usted este nombramiento?

Lo sugerí, sí.

Lahav Shani parece ser la nueva promesa del mundo judío. ¿Qué cualidades destaca para considerarle a sus treinta años recién cumplidos un digno sucesor?

Es un músico excelente, además ha crecido dentro de nuestra orquesta, lo que es un buen condicionante en su trayectoria para ocupar el puesto.

¿Y qué visión tiene usted del futuro de la música clásica en este enloquecido mundo de las redes sociales y la publicidad on line en tiempo real?

No es el mundo el que está loco, el mundo es maravilloso. Es la gente que lo dirige la que no es del todo lógica. Es la corrupción, las falsas ideologías...


¿Y la forma rápida de hacerlas correr por las redes sociales?

Las redes pueden ser utilizadas de forma muy peligrosa. Fíjese en la anexión de Cachemira por parte de India, que es algo completamente ilegal. Eso me preocupa muchísimo. Cachemira, dividida entre India y Pakistán, es una de las provincias más hermosas y hasta hace poco autónoma, con un gobierno propio. Tiene un 80 por cien de musulmanes, que a la hora de la independencia querían sumarse a Pakistán, pero como el Maharajá era hindú, quiso que la conexión fuera con la India, lo cual ha derivado en una situación ilógica desde el año 1947. Aún así, podían sobrevivir porque tienen autonomía, sus propias políticas. Y hace unas semanas el gobierno indio decidió anexionársela. Y eso es ilegal. Pero la extrema derecha india... Es muy injusto. Piense que hay 170 millones de musulmanes en la India. Y han vivido en paz con nosotros, son totalmente indios.

Usted siempre ha defendido que había que dejar que la armonía musical fuera un instrumento para lograr la paz. ¿La cultura tiene algo que pelar en esta nueva realidad geopolítica y ante el auge de las ultraderechas en todo el mundo?

Mire, yo hace seis años fui con la Orquesta Estatal Bávara a Cachemira donde por primera vez hindúes y musulmanes se sentaron juntos a escuchar música. Y sonreían escuchando Beethoven y Chaikovski. Imagínese, aquello era mi sueño cumplido. Pero a la vista está que no ayudó a solucionar el conflicto. No, mi sueño de paz a través de la música no se ha hecho realidad.

En su concierto barcelonés interpretará usted con la Filarmónica de Israel una sinfonía, la Tercera de Mahler, que es un viaje de la inanimación a la divinidad, un recorrido por la experiencia humana a través de la naturaleza, los animales, los ángeles, el misticismo... y en un última instancia, el amor. ¿A usted la vida que le ha enseñado a lo largo de sus 83 años?

Yo he vivido casi sesenta años con mi música. Y ante una sinfonía como esta, dedicada a la naturaleza y al amor, hay que recordar que en tiempos de Gustav Mahler y sabiendo lo mucho que había sufrido, nadie quería dirigirla. El compositor acudía a los directores de orquesta y les tocaba fragmentos al piano. E hizo un movimiento con la Filarmónica de Berlín con el que los músicos se enamoraron. Con ese amor por la naturaleza del que habla, con un segundo movimiento que lo dedica a las flores, con los primeros 40 minutos del Despertar de Pan, que busca su reino en la naturaleza... el público sin duda se ha de sentir transportado. Y luego está el último movimiento, que son 27 minutos dedicados al amor... Se me parte el corazón cada vez que lo dirijo.


¿Sí?

Ya la había hecho en Barcelona y ahora me hace muy feliz volver con esta sinfonía. Además me encanta tocarla en esta sala.

¿Se refiere al Palau de la Música? Porque esta vez el concierto está previsto en L’Auditori... Al Palau volverá en abril del 2020 con la Filarmónica de Viena.

Me refiero al Palau, sí. Recuerdo que la primera vez que vine fue en 1976, o eso creo. Y acudió a verme un monje jesuita catalán, entonces ya retirado, con el que yo me había educado en Bombay, en la universidad.

¿Qué estímulos encuentra a estas alturas en el podio?

Sólo la gran música que tengo delante y tocada por músicos magníficos. Ya se trate de Mahler, Beethoven... En Madrid tocaremos Berlioz, y también una pieza del israelí Ödön Partos que es muy bueno.

El de Barcelona será uno de sus últimos conciertos con la Filarmónica de Israel... ¿Qué sentimiento le despierta ese adiós?

Es la última gira, después de casi cuatro mil conciertos con ellos. En octubre vendrán durante quince días al Charles Bronfman Auditorium de Tel Aviv todos mis amigos solistas para celebrar este adiós junto a la orquesta, ese periodo mío en Israel... Pinchas Zukermann, Mischa Maisky...

¿Que puede decir del silencio? ¿Es algo que va cobrando importancia a la hora de hacer música a medida que pasan los años?

El silencio más inspirador es el que se produce en aquellos segundos en que subo al podio y levanto los brazos para comenzar la música. Este es sin duda un silencio mágico. Es aquí, en este pequeño momento, en donde has de proporcionar a la orquesta la inspiración para lo que ha de pasar. 

MARICEL CHAVARRÍA
La Vanguardia

Catclàssics, música clàssica de Catalunya a internet