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CRÍTICA

Jordi Savall o el río de la vida

11/8/2020 |

 

Programa: Jordi Savall

Lloc i dia:Auditori Espai Ter

https://www.lavanguardia.com/musica/20200809/482741331209/savall-musica-antigua-torroella-festival.html

El público de Torroella se emociona con la confluencia de músicas de Oriente-Occidente

Doscientas treinta y siete butacas esperaban anoche a ser ocupadas en el Espai Ter de Torroella de Montgrí. Únicamente un tercio del aforo de este auditorio, lo cual dejaba fuera a buena parte del público que es fiel al festival de música antigua de la localidad ampurdanesa. Un público que, con virus o sin él, tenía además una cita con Jordi Savall. Y le brindó una gran ovación final.

El encuentro podía ser por suerte también online, a través de la web del festival y de sus redes sociales, lo cual significaba también una buena oportunidad para tomarle el pulso a la audiencia potencial de esta música considerada “minoritaria”.

Savall acudía con su Hespèrion XXI en formato íntimo para ofrecer el que era el primer concierto en espacio cerrado de esta 40.ª edición del Festival de Torroella, después del éxito inaugural de la Simfònica del Vallès en la plaza de la Vila el domingo anterior. Cancelada la cita en el monasterio de Poblet, el maestro violagambista solo habrá actuado en dos plazas catalanas este verano: Girona y Torroella. La ocasión era única.

“Tendremos que encontrar soluciones de futuro, pero no creo que nunca un concierto en vivo o una obra de teatro pueda ser reemplazado por lo virtual –decía Savall a este diario en pleno confinamiento–. Es como decir que como ya hay cine no hace falta hacer teatro. Cada uno tiene su belleza y mecanismo. Y un concierto en vivo es una experiencia irrepetible”.

Esas soluciones de futuro están tomando forma. Savall se presentó únicamente con tres músicos y un repertorio sobre el que vuelve periódicamente.Orient-Occident. Diàleg de les Ànimes, este diálogo entre las músicas instrumentales de la antigua Hispania cristiana, judía y musulmana, de la Italia medieval, de Marruecos, Israel, Afganistán, Persia, Armenia y el antiguo imperio otomano, genera una emoción estética a la que nadie escapa. Especialmente si los intérpretes están en estado de gracia, rescatando al público de la pandemia y elevándoles por encima de cualquier pesar.

Comenzó con una pieza bereber de Castelló, tocando él solo el rabec en un momento muy dulce. Luego sonó una danza bizantina y dos piezas tradicionales, afgana y armenia, esta última titulada Oda a la libertad. Y cuando esa conexión universal que encierran las músicas tradicionales en todo el mundo comenzó a hacer su efecto, llegó una danza greco-turca, seguida de una sefardí procedente de Estambul, El rey Nimro.

El hecho de no haber pausa –el concierto duró unos 90 minutos– facilitó esa inyección en vena que son las músicas antiguas dispuestas de este modo, como un juego de espejos que miran hacia el Mediterráneo. Con Beirut en mente, esa puerta inequívoca de comunicación Oriente-Occidente que ahora ha sufrido una terrible tragedia, nos dejamos transportar al París del siglo XIII con Le Manuscrit du Roi ; y al Duecento o al Trecento italiano con el Lamento di Tristano, la primera lamentación de la historia, como explicó el maestro. Hubo músicas de Alfonso X el Sabio que se combinaron con otras armenias, kurdas y sefardíes, de Sarajevo o de Jerusalén. O ese anónimo de Persia que nos heló la sangre...

Savall hizo una demostración de cómo el Cant de la Sibil·la ha estado siempre presente en las culturas cristiana, sefardí y musulmana

Raras veces la lejanía se pudo sentir tan cerca. Oriente y Occidente unidas por una pandemia y en
las músicas de Savall, en esos ríos culturales cuyas compuertas deja abiertas el músico de par en par. Para muestra pedagógica, explicó cómo la melodía base del Cant de la Sibil·la ha estado siempre presente en las culturas cristiana, sefardí y musulmana... y demostró con su viola de gamba sopranil las sutiles diferencias de intervalos que hay entre esas versiones. “Todo el mundo cree que su versión es la original, y así nos va”, dijo el maestro. “Nos unen más cosas de las que nos separan”.

Era ya el tercer bis que ofrecía con sus músicos, el griego Dimitri Psonis, el percusionista valenciano Pedro Estevan y el sirio Moslem Rahal. Este último recibió especialmente el calor del público. Pero el concierto no podía superar los 90 minutos según normas para prevenir el coronavirus. De modo que con ese sabor abandonó el público la sala, en perfecto orden de desaparición. Meditar también era eso 


Maricel Chavarría
La Vanguardia

Catclàssics, música clàssica de Catalunya a internet