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CRÍTICA

El coro y la orquesta del Liceu apaciguan las almas en Montserrat

22/9/2020 |

 

Programa: Del dolor a l'esperança

Lloc i dia: Basílica de Montserrat

https://www.lavanguardia.com/musica/20200921/483586906699/liceu-montserrat-concierto-abadia.html

Los cantores de la Escolania se suman a la ceremonia ecuménica con la que el teatro inaugura la temporada. El coro y la orquesta del Liceu apaciguan las almas en Montserrat

La Basílica de Montserrat, lugar icónico de redención y sanación de las almas, no fue ayer un mero contenedor de la pseudoliturgia con el que el Liceu ha inaugurado su temporada en la excepcionales circunstancias del coronavirus. Al contrario: la abadía ha trabajado con el teatro en el diseño de este “acto trascendente”, como lo califica Josep Pons, director musical del teatro. Un acto con el que sublimar el dolor y abrir camino a la esperanza sumando arte, espiritualidad y naturaleza... Aunque a las 21 h., tras el Ofici de Vespres, poca naturaleza cabe disfrutar en la montaña mágica de Montserrat.

Del dolor a la esperanza viajaba ese concierto que fue grabado por diez cámaras de televisión –las de TV3, que lo pasará a las 10.10 h del día 27– y que acogió a un reducido grupo de 200 invitados entre los que se encontraba la crema de la sociedad civil catalana, la misma que participa del patronato o el mecenazgo del Liceu, más representantes políticos como el propio president de la Generalitat, Quim Torra; la consellera de Presidència, Meritxell Budó; la de Cultura, Àngels Ponsa, su predecesora, Mariàngela Vilallonga...

Si el Liceu es el templo de la recreación donde unos personajes reproducen unas emociones, en la abadía se dejó fuera ayer el artificio para revindicar la espiritualidad y la comunión. El presidente del Consell de Col·legis de Metges, Jaume Padrós, leyó una carta de bienvenida del padre abad Josep Maria Soler que recordaba a las víctimas de la Covid-19.

Y lo siguiente fue una ceremonia ecuménica en la que el teatro se aliaba con la Iglesia pero con ingredientes y gestos con los que todo el mundo pudiera sentirse identificado, sin más patria ni religión que la música de Mozart, Beethoven y Arvo Pärt. O que los videoretablos de Bill Viola que reciben al público en el atrio de la basílica: dos piezas, Melina y Darrow, que se mostraban ayer por primera vez como individuales pero que surgen de una de las giocondas del artista estadounidense, Ocean without the shore, una instalación que tiene la Fundació Sorigué de Lleida y en la que una docena de personajes entran y salen de una cortina de agua en un constante renacer.

La música arrancó con una emocionante plegaria a la Moreneta. Una pieza coral del estonio Arvo Pärt, que el 11 de septiembre cumplió 85 y lo ha celebrado adaptando para la ocasión al catalán los textos de su Virgencita –un estreno español–, que originalmente está dedicada a la virgen de Guadalupe.

Estreno en el Estado español
Tras la adaptación al catalán de Virgencita de Arvo Pärt sonó el Réquiem de Mozart interrumpido por las lecturas de textos de Ramon Llull o el propio Beethoven

Tras esos seis minutos de minimalismo sacro, se procedió a la exploración de la muerte de Cristo con el poderoso Réquiem mozartiano, que en este caso incluyó lecturas, por parte de personas del colectivo Apropa, de unos textos de Ramon Llull, Fray Luis de León, el poeta persa Shams Tabrizi y del propio Beethoven. Y ligando el Re menor con el que acaba el Réquiem al que da comienzo al 4.º movimiento de la 9.ª Sinfonía, Josep Pons y los cuerpos artísticos del Liceu transitaron hacia la resurrección y la reivindicación del ser humano.

El Cor y la Simfònica del Gran Teatre se reencontraron con el público junto a los 38 cantores de la Escolania de Montserrat en un contexto propiciado por su director. Pons no solo pasó cuatro años en edad púber en la Escolania sino que a posteriori fue el primer maestro invitado a dirigirla.

Un centenar de voces, entre coros y solistas de primer orden, propiciaron el estado excelso de consciencia

Las voces solistas, un reparto de primer orden internacional que ilustra el futuro del Liceu, pues cantarán en óperas venideras, propiciaron el estado excelso de consciencia que perseguía el acto. La soprano Nadine Sierra deslumbró en el Réquiem junto a la mezzo estrella Elina Garanca, el sólido bajo Tareq Nazmi y el luminoso tenor premio Operalia Xabier Anduaga. Y en la Novena de Beethoven bordó la dificultad del siempre incantable Beethoven. En resumen, emoción contenida que la música amplificó creando instantes de meditación. 


Maricel Chavarría
La Vanguardia

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