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CRÍTICA

El hermafrodita que inspiró una ópera

19/3/2023 |

 

Programa: ‘Alexina B.' de Raquel García-Tomás

Lloc i dia: Gran Teatre del Liceu

https://www.lavanguardia.com/cultura/20230319/8836447/liceu-cambia-sexo.html

La odisea de ‘Alexina B.’, este caso real de un intersexual del siglo XIX, conmociona al público del teatro que aplaude el estreno absoluto de Raquel García-Tomás, de forma unánime y en pie.

Sensibilizado con las cuestiones candentes y que preocupan a la sociedad actual, el Liceu ha dado en el clavo comisionando una ópera de nuevo cuño que justamente arroja luz sobre la intersexualidad, un tema sobre el que la ley trans y el mercado de las identidades sexuales y de género no ha puesto los focos y que a la mayoría de la ciudadanía le suena a chino. ¿Cómo? ¿Qué? ¿Hay humanos hermafroditas?

Este tipo de comentarios no difiere mucho aún de los que debió de oír en el siglo XIX la francesa Herculine Barbin en los gabinetes médicos en los que hurgaban su cuerpo en un intento de explicar su confusa anatomía: hasta que fue declarado “hombre hermafrodita con preeminencia del sexo masculino”.

“Ese es un debate que es difícil que llegue a ámbitos sociales como podría ser el del público del Liceu”
Su sobrenombre, Alexina B., da título a este trabajo compositivo ingente de la barcelonesa Raquel García-Tomás –140 minutos de música contemporánea de muy fácil escucha y de constante belleza vocal–, cuyo estreno absoluto se saldó ayer en el coliseo de la Rambla con un lleno a un 90% y un caluroso aplauso final de 8 minutos. Una ópera de nueva creación en sala grande y con el público en pie. ¡Lo nunca visto!

En 175 años. ¡Una compositora catalana estrena en el Liceu!
Raquel García-Tomás se irrita cuando le recuerdan que es la primera compositora catalana que estrena una ópera en el Liceu. Y la segunda mujer en los 175 años de historia del teatro, después de que en 1974 la castellonense Matilde Salvador estrenara Vinatea. La autora de Alexina B., que en 2020 ganó el premio Nacional de Música, desearía que se hablara de ella solo por su trabajo, pero la realidad se impone.

“Me ha encantado. Tenía curiosidad por ver cómo sería tratado ese tema, que además es un debate que es difícil que llegue a otros ámbitos sociales como es el público del Liceu, y la verdad es que esta ópera lo toca de manera muy sensible”, comentaba en el entreacto la abogada Carla Vall, especializada en violencia machista. La actriz Itziar Castro se abrazaba a ella expresando la incredulidad de haber asistido a una escena de cama entre dos mujeres –Alexina B. (la mezzo Lidia Vinyes-Curtis) antes de ser declarada hombre, y su amada Sara (la soprano Alicia Amo)–. “¡Y hablando de squirting ! ¡Qué momento histórico en el Liceu!”.

Castro era una de la treintena de actores y actrices que habían acudido al estreno, además de creadores como la ilustradora Raquel Riba-Rossy (Lola Vendetta) o el cineasta Albert Serra, la celebrity LGTBI Samantha Hudson y políticos como el ministro de Universidades, Joan Subirats, y la consellera de Cultura, Natàlia Garriga.

La nueva creación mostraba su músculo en sintonía con el público, que se encontró con una música que bebía del impresionismo francés y el canto gregoriano combinado con electrónica. Eso último obligaba a microfonar, lo que fue motivo de debate sobre la honestidad de la belleza vocal. ¿Es de recibo que sonaran maravillosos pianissimi pero amplificados en un teatro de ópera?

Estreno absoluto
Libreto: Irène Gayraud, inspirado en las memorias de Hérculine Barbin (también conocida como Alexina B.), Mes Souvenirs (Francia, 1868).
En una ensoñación constante, la vida de Alexina pasa por su mente antes del fatídico final. Las niñas del Cor Vivaldi-Amics de la Unió encarnan a sus compañeras de infancia Miquel Gonzalez
La obra tenía un arranque en flashback que dejó claro que Alexina murió joven: se suicidó con gas tóxico llamándose ya Abel, después de que un juez le diera la bienvenida al mundo de los hombres: no podía volver a su mundo de mujeres como institutriz de un internado, donde le espera su amada, y tampoco iba a poder ganarse la vida como hombre. “Mi lugar no está entre los vivos, sino en la esfera de los ángeles. Sí, soy un ángel”, delira al final.

Ernest Martínez-Izquierdo gobierna con elegancia la sinfonietta de una veintena de instrumentos
Factores que suman: el libreto de la francesa Irène Gayraud, que se hace eco de este caso real de intersexualidad trágica y heroica –sufría terribles dolores inguinales sin llegar a tener la menstruación, mientras el cura y el médico la trataban de monstruo–; la puesta en escena de Marta Pazos, económica y tendente a lo naif, cosa que al final se torna en sensibilidad; el carrusel de vestuario, con un reparto que daba para varios personajes; la habilidad actoral de Xavier Sabata, y el gran trabajo vocal de Elena Copons, aplaudida como la madre de Alexina. Ernest Martínez-Izquierdo gobierna con elegancia la sinfonietta de una veintena de instrumentos, y el coro de niñas del Vivaldi-Petits Cantors da sentido al mundo angelical.

El Liceu cambiaba ayer de sexo, en sentido figurado, con esta denuncia de un sistema social basado, por los siglos de los siglos, en los estándares de género y el binarismo sexual. 


Maricel Chavarría
La Vanguardia

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