Todo el equipo directivo del Liceo de Barcelona acompañó a Christina Scheppelmann (Hamburgo, 1965) en su presentación como nueva responsable artística en reemplazo de Joan Matabosch, ahora en el Teatro Real de Madrid. Llega para quedarse por cinco años con un sueldo similar al del su antecesor, unos 135.000 euros brutos. «Le aseguro que vengo aquí porque quiero. En Omán lleno el depósito solo con 14 euros», afirmó.
El viernes el Liceo cerró su fichaje cuando la comisión ejecutiva aprobó por unanimidad su nombramiento. Scheppelmann regresa a trabajar al Liceo después de dos décadas: en 1994, cuando llevaba dos años como adjunta a la dirección artística de Albin Hänseroth, se marchó como administradora artística de la Ópera de San Francisco: «Tenía 28 años y me daban una oportunidad que en Europa habría sido imposible», recuerda. «A partir de entonces conocí teatros con formas de trabajo muy diferentes, y mi propia locura me ha ayudado a vivir todas estas experiencias». Desde San Francisco pasó a la Washington National Opera y desde ahí a la Royal Opera House de Moscate, en el sultanato de Omán, que dejará a finales de año. «Dejé Barcelona cuando el teatro se acababa de incendiar y me quedé con las ganas de volver: en esta ciudad creció mi padre, yo pisé el Liceo por primera vez a los 14 años y en esta ciudad tengo familia y amigos», apuntó.
Crear un «ópera-estudio»
«Vengo aquí porque quiero. En Omán lleno el depósito solo con 14 euros»
Además de la vía de la creación contemporánea, Scheppelmann apuesta por establecer «un ópera-estudio para formar y apoyar no solo a cantantes jóvenes, sino también a directores, pianistas, libretistas y compositores». Al comparar su estilo con el de Matabosch, aclara: «Las próximas dos temporadas son de Joan y tengo que analizar muy bien lo que se ha hecho y lo que falta por hacer. Pero, si algo funciona, es mejor no cambiarlo. No siempre funcionan las soluciones que funcionan en otros teatros. Hay que tener respeto por la tradición y por el público local. No se le pueden dar bofetadas al espectador innovando con escándalos. Ya lo hemos visto todo en el escenario y las cosas no son más modernas porque aparezcan tres o cuatro desnudos. Y no me escandalizo fácilmente».