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Chiristina Scheppelmann: «No es más moderna una ópera si enseña tres o cuatro desnudos»

29/6/2014 |

 

 

 

La nueva directora artística del Liceo de Barcelona explica sus propuestas

 

Todo el equipo directivo del Liceo de Barcelona acompañó a Christina Scheppelmann (Hamburgo, 1965) en su presentación como nueva responsable artística en reemplazo de Joan Matabosch, ahora en el Teatro Real de Madrid. Llega para quedarse por cinco años con un sueldo similar al del su antecesor, unos 135.000 euros brutos. «Le aseguro que vengo aquí porque quiero. En Omán lleno el depósito solo con 14 euros», afirmó.

El viernes el Liceo cerró su fichaje cuando la comisión ejecutiva aprobó por unanimidad su nombramiento. Scheppelmann regresa a trabajar al Liceo después de dos décadas: en 1994, cuando llevaba dos años como adjunta a la dirección artística de Albin Hänseroth, se marchó como administradora artística de la Ópera de San Francisco: «Tenía 28 años y me daban una oportunidad que en Europa habría sido imposible», recuerda. «A partir de entonces conocí teatros con formas de trabajo muy diferentes, y mi propia locura me ha ayudado a vivir todas estas experiencias». Desde San Francisco pasó a la Washington National Opera y desde ahí a la Royal Opera House de Moscate, en el sultanato de Omán, que dejará a finales de año. «Dejé Barcelona cuando el teatro se acababa de incendiar y me quedé con las ganas de volver: en esta ciudad creció mi padre, yo pisé el Liceo por primera vez a los 14 años y en esta ciudad tengo familia y amigos», apuntó.

Crear un «ópera-estudio»

Se incorpora como directora artística general, cargo que incluye también la jefatura del departamento de producción. «Llevo 26 años viajando por el mundo, acumulando experiencias que ahora podré aplicar en un teatro como el Liceo, reconocido internacionalmente y con una historia fantástica. Mi proyecto se basa en la calidad, apoyada en grandes voces -algo que caracteriza a este teatro-; producciones innovadoras y nuevas líneas de acción. Hay que mantener a un público fiel, pero también hay que trabajar para seducir al público que no viene al teatro. Las nuevas ideas no solo hay que reflejarlas en producciones rompedoras: me preocupa el futuro no solo del Liceo, sino del género y solo se puede hacer con obras nuevas, tal y como pude hacer en Washington».

Además de la vía de la creación contemporánea, Scheppelmann apuesta por establecer «un ópera-estudio para formar y apoyar no solo a cantantes jóvenes, sino también a directores, pianistas, libretistas y compositores». Al comparar su estilo con el de Matabosch, aclara: «Las próximas dos temporadas son de Joan y tengo que analizar muy bien lo que se ha hecho y lo que falta por hacer. Pero, si algo funciona, es mejor no cambiarlo. No siempre funcionan las soluciones que funcionan en otros teatros. Hay que tener respeto por la tradición y por el público local. No se le pueden dar bofetadas al espectador innovando con escándalos. Ya lo hemos visto todo en el escenario y las cosas no son más modernas porque aparezcan tres o cuatro desnudos. Y no me escandalizo fácilmente».

Tampoco cree que las circunstancias del Liceo, con un déficit importante que sanear, esté en una situación muy diferente de la de otros coliseos: «Todos los programadores de ópera tienen limitaciones económicas. Solo hay que gastar lo que se ingresa. Consultada sobre los contenidos de su temporada ideal, afirma que le gusta «que haya un poco de todo. Hay que mantener un equilibrio. La programación tiene que interesar, debe representar un desafío»

PABLO MELÉNDEZ-HADDAD
Abc

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