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Cecilia Bartoli: «En la ópera actual faltan cantantes con carisma»

25/10/2018 |

 

La mezzosoprano italiana visita Madrid para interpretar en el Auditorio Nacional la ópera de Rossini «La cenerentola»

La relación de Cecilia Bartoli (Roma, 1966) con Gioacchino Rossini viene de lejos. Ha sido, especialmente en sus primeros años de carrera, uno de sus compositores de cabecera –«es un autor terreno», ha dicho–, quizás el que mejor se adaptaba a su voz etérea y carnosa a la vez, flexible y expresiva como pocas. Y con Rossini de la mano vuelve hoy a Madrid, para interpretar, en el concierto extraordinario de la Fundación Scherzo, una versión semiescenificada de la ópera «La cenerentola» –es la primera vez que canta un título operístico en Madrid–. Lo hace junto a Les Musiciens du Prince, un conjunto creado por ella misma hace un par de años en la Ópera de Montecarlo; la batuta de Gianluca Capuano, y cantantes como Edgardo Rocha (Don Ramiro), Alessandro Corbelli (Dandini) y Carlos Chausson (Don Magnifico). Y se trae además la cantante bajo el brazo a su nuevo vástago discográfico, que estará a la venta el mes próximo:un trabajo titulado «Vivaldi», que ha grabado veinte años después de la publicación de «Vivaldi Album», todo un fenómeno que vendió en su momento la friolera de 700.000 copias.

Tiene Cecilia Bartoli una mirada redonda y curiosa, y un rictus permanentemente sonriente. Viste completamente de negro y habla siempre en mezzavoce. Si hubiera que resumir en una palabra su actitud, esa sería serenidad. La misma que le ha permitido desarrollar una exitosa carrera a lo largo de los últimos treinta años.

Vuelve a Rossini, un autor fundamental en su carrera...

En realidad no lo he dejado nunca. Rossini no es solo un autor genial y un extraordinario compositor, sino un gran maestro de canto. La escritura vocal de Rossini es una verdadera lección de técnica vocal, de bel canto. Yo he cantado a Rossini por amor a su música, pero también porque me ha ayudado a mantener la frescura, la flexibilidad... Y la longevidad de la voz. A Rossini hay que cantarlo con una voz fresca, ágil, extensa, y eso exige un trabajo continuo. Mis treinta años de carrera le deben mucho a Rossini... Y a Mozart.

«Un periodista le preguntó a Rossini cuál era para él el mayor compositor. Él respondió:«Beethoven». El periodista se extrañó y le preguntó de nuevo: «¿Y Mozart?» «Me ha preguntado por el más grande compositor... Mozart es la música»
En una ocasión dijo que Rossini era la tierra y Mozart el cielo...

Un periodista le preguntó a Rossini cuál era para él el mayor compositor. Él respondió:«Beethoven». El periodista se extrañó y le preguntó de nuevo: «¿Y Mozart?» «Me ha preguntado por el más grande compositor... Mozart es la música».

También ha vuelto a Vivaldi...

Hace veinte años que grabé mi primer disco con música de Vivaldi;fue una gran sorpresa para mí, porque se le conoce sobre todo por la música instrumental y sacra. Pero Vivaldi fue un gran compositor de ópera y entonces encontré un repertorio fabuloso;en un disco no cabía todo, claro, y yo tenía ganas desde entonces de mostrar otra faceta de Vivaldi, que no fuera solo el virtuosismo. Y con la experiencia de veinte años interpretando música barroca, cuyo repertorio conozco mejor desde un punto de vista estilístico, he podido profundizar en este nuevo disco en un aspecto distinto de Vivaldi.

¿Frecuentar un repertorio como el barroco influye en la manera de ser? Esa música tiene una armonía especial, no sé si se traduce a la vida.

En un cierto sentido sí. La música barroca tiene una flexibilidad que te ayuda en la vida;la música barroca es una lección en este sentido, te enseña que la vida es bella pero breve, y hay que aprovecharla. Carpe Diem. Esa es la enseñanza de esta música.

«Cuando eres joven no tienes una idea clara de lo que va a ser tu carrera. Cantas y ya está. Y en el camino aprendes la disciplina, el compromiso, la voluntad»
¿Qué diferencias nota en su canto con respecto a hace treinta años?

El desarrollo de la voz, claro, como es lógico. Pero sobre todo el control del instrumento; cuando eres joven no tienes una idea clara de lo que va a ser tu carrera. Cantas y ya está. Y en el camino aprendes la disciplina, el compromiso, la voluntad. La disciplina de un cantante es férrea, dura, y los años te enseñan eso.

«La cenerentola» es su primera ópera en Madrid.

¿Resulta increíble, verdad? La he cantado en teatros de todo el mundo, pero aquí no... De todos modos, es una «Cenerentola» especial; se cumplen ciento cincuenta años de la muerte de Rossini y además la orquesta, Les Musiciens du Prince, la va a interpretar con instrumentos de época; es decir, con una dimensión sonora muy parecida a la de la época de Rossini, que escribía para este tipo de orquesta y de sonido.

Pero al mismo tiempo escribía para voces menos trabajadas que en la actualidad. La técnica vocal ha evolucionado mucho...

Sí, pero en aquella época parece que la técnica vocal era muy sólida. Rossini escribía para las voces que había: Isabella Colbran, Manuel García... Sus partituras tienen una gran complejidad, y aquellos cantantes eran capaces de cantarla, luego debían tener una técnica muy refinada. Los cantantes del siglo XIX además estaban muy preparados;tocaban también varios instrumentos. Los grandes castrati del siglo XVIII tenían una preparación musical altísima...

Ahora se ha vuelto a eso...

Actualmente se exige a los intérpretes una cultura musical, pero a cambio yo noto que lo que falta sobre los escenarios son cantantes con carisma. Sobre todo respecto a hace cuarenta o cincuenta años, con gente como Maria Callas o Montserrat Caballé.

«La falta de personalidad en los escenarios es culpa de la globalización; de los cánones preestablecidos de lo que debe ser la belleza...»
¿Y cree que ese es un mal de la sociedad o solo de la propia música?

El mal está en la globalización;en los cánones preestablecidos de lo que debe ser la belleza... Y también creo que influye la esclavitud a que nos someten los teléfonos móviles. Esto tiende a unificarnos, a no dejar aflorar la propia personalidad, el propio modo de pensar y de ver la vida.

Hay cantantes que segundos antes de salir a escena se graban con el móvil para subir los vídeos a Instagram y luego se guardan el teléfono en el bolsillo. ¿Qué le parece esto?

¿Y para qué? ¿Quién necesita el teléfono en el escenario? A mí no se me pasaría nunca por la cabeza llevarlo. Allí un cantante necesita estar concentrado, con los cinco sentidos. Necesita una tranquilidad interior y el móvil estorba.

«Mi consejo para los jóvenes es siempre igual: una técnica sólida, que es el secreto para hacer una buena carrera. Aunque la idea no es hacer carrera, sino hacer música»
¿Se acercan a usted muchos cantantes para pedirle consejo o ayuda de algún tipo?

Sí, sí... Mi consejo es siempre igual:una técnica sólida, que es el secreto para hacer una buena carrera. Aunque la idea no es hacer carrera, sino hacer música. Lo más importante en mi vida es la música –y la familia, por supuesto–. Pero no es hacer una carrera; puede llegar o no, pero la música te va a acompañar toda la vida. Y, además de la técnica, les digo que cuiden el repertorio, porque es la voz quien tiene la última palabra, y la que decide qué óperas puedes o no puedes cantar. Ni el corazón ni la cabeza;es la voz la que decide.

Y hay que cuidarla ahora más que cuando se es más joven...

¡Hay que cuidarla siempre! Es un instrumento poderoso pero frágil. Le afectan los cambios de clima, los aires acondicionados y las calefacciones, los viajes... Hay que dormir ocho horas;eso es obligatorio. Cuando se es muy joven se piensa:«Bueno, con seis horas tengo bastante». Pero no, al final la voz pasa factura.

¿Cómo ve el papel de la mujer en la música en estos tiempos en que se está reclamando para ella protagonismo? ¿Ha notado dificultades añadidas por el hecho de ser mujer?

En el mundo de la ópera están emergiendo mujeres directoras de orquesta... Y con mucho talento, que es importante. Está cambiando, pero muy lentamente. Para las mujeres, creo, todavía es difícil acceder a determinadas posiciones de poder. Hay diferencias, eso es incuestionable, y también en los sueldos, pero creo que si se tiene talento, voluntad, energía, pasión, también una mujer puede llegar a esos puestos. Tiene que trabajar un poco más, pero puede lograrlo.

«Montserrat Caballé era una diosa»
«Montserrat Caballé era una cantante maravillosa... Una diosa», resume Cecilia Bartoli cuando se le pregunta por la cantante catalana, recientemente desaparecida. «Lo tenía todo, una voz maravillosa, una técnica increíble, y una gran personalidad y carisma... Lo tenía todo, y reunido en una sola mujer. Eso es ser una diosa. La vamos a echar mucho de menos. Para mí fue un ejemplo; desgraciadamente, somos de generaciones diferentes, y no tuve la ocasión de trabajar con ella, ni siquiera de conocerla ni de escucharla en vivo. Pero sus interpretaciones discográficas fueron para mí una referencia desde el punto de vista vocal y técnico. Y fue una mujer de la que había mucho que aprender: he visto varias entrevistas suyas y, además de ser una gran cantante y una mujer inteligente, tenía un gran sentido del humor, algo que para mí es completamente fundamental, y un gran carácter. Dios le dio un don, y Dios ha querido ahora tenerla con él. Yo la recordaré siempre porque, insisto, es una de las más grandes cantantes del #siglo XX». 

Julio Bravo
Abc

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