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Sexualidad y erotismo en el pentagrama: 90 años del bolero de Ravel

23/11/2018 |

 

El compositor francés Maurice Ravel creó, a petición de la bailarina rusa Ida Rubinstein, un ballet con aires españoles

Tal día como hoy hace 90 años, el compositor Maurice Ravel aceptó el reto de la bailarina Ida Rubinstein de crear un ballet. Una bonita e idónea fecha, más si se tiene en cuenta que coincide con Santa Cecilia, patrona de la música. Así empezaba la historia del famoso Bolero de Ravel, una de las obras musicales más interpretadas en todo el mundo, a la que todavía hoy se asocia un fuerte carácter sensual. Para comprender por qué, es necesario primero comprender su historia.

Todo se remonta al año 1927. Por entonces, la reputación de Ravel hacía tiempo que había traspasado las fronteras francesas. De hecho, acababa de firmar el que probablemente fuera el contrato más importante de su gira hasta la fecha: una gira de conciertos por Estados Unidos y Canadá. Su creciente éxito hizo que la la bailarina y mecenas Ida Rubinstein se fijara en él y le propusiera crear una nueva obra, para poder ella posteriormente bailarla. Quería montar su propia compañía de ballet y sabía que el francés no le decepcionaría.


Ida Rubinstein quería montar su propia compañía de ballet y sabía que el compositor francés no le decepcionaría

Para complacer a esta dama, que en poco tiempo se había convertido en todo un icono de la belle époque, el músico pensó en un primer momento en crear un fandango, por lo que apostó por orquestar algunas piezas de la suite para piano Iberia de Albéniz. Sin embargo, pronto le pararon los pies, pues dicha composición contaba con derechos de autor, cedidos en exclusiva al compositor español Fernández Arbós. La noticia frustró a Ravel, hasta el punto de pensar en abandonar el proyecto. Sin embargo, no se rindió y retomó el trabajo a la vuelta de sus vacaciones.

En las semanas que había estado alejado de su casa, había logrado ver todo con más claridad, así que, de vuelta al trabajo, no tardó demasiado en finalizar la nueva pieza, a la que llamó fandango. No obstante, el fandango le pareció una danza demasiado rápida, por lo que lo reemplazó por un bolero, otra danza tradicional andaluza que había conocido durante sus viajes por España.

 

Por aquella época, nuestro país era las naciones del norte de Europa y Estados Unidos considerado como algo exótico. Los tópicos situaban a las españolas como mujeres ardientes y apasionadas. Algo con lo que la rusa quería jugar en el escenario” FRANCESC CORTÉS Musicólogo

Dio de pleno. Y es que precisamente España era de lo que Ida quería hablar con sus bailes. “Por aquella época, nuestro país era las naciones del norte de Europa y Estados Unidos considerado como algo exótico. Los tópicos situaban a las españolas como mujeres ardientes y apasionadas. Algo con lo que la rusa quería jugar en el escenario”, cuenta el musicólogo Francesc Cortés a La Vanguardia. Para ello, con la ayuda de Alexandre Benois, protagonizó una coreografía de lo más erótica que escandalizó en su estreno en la Ópera Garnier de París, en 1928.

“Cuando se abrió el telón, la acción se centraba en un oscuro café, donde Ida empezaba a bailar sobre una gran mesa. A su alrededor, una veintena de hombres permanecían sentados, jugando a las cartas en sus respectivas mesas. En un inicio, parecía que ninguno de ellos se percataba de su presencia. Pero, conforme la música iba avanzando y se marcaba más el ritmo obsesivo de la melodía, los presentes se iban fijando en ella, hasta el punto de no quitarle los ojos de encima, llegando incluso a babear algunos de ellos”, relata Cortés.


Cuando se abrió el telón, la acción se centraba en un oscuro café, donde Ida empezaba a bailar sobre una gran mesa. A su alrededor, una veintena de hombres permanecían sentados. Al principio no le hacían caso, pero conforme avanza el ritmo no pueden quitarle los ojos

Fue algo rompedor para la época y no tenía nada que ver con lo que Ravel tenía en su mente cuando la ideó, que no era más que un ballet montado en un espacio exterior, con una fábrica de fondo. No fue de su agrado, pero no vivió para ver otra versión más acorde a la suya. No obstante, pese a su quizás excesiva modernidad para el pensamiento de la época y a que algunos críticos lo tacharan de obsceno, no fue retirado de los escenarios. De hecho, saltó el charco y se estrenó en Estados Unidos pero en una versión de concierto. “El folclore español estaba en alza, por lo que el éxito resultó ser el triple de lo que ya se había cosechado en Europa”, asegura Cortés.

A lo largo de estos 90 años, la insistente y pegadiza melodía nunca ha caído en desgracia, entre otros motivos, porque nos ha acompañado en algunos videojuegos, como The legend of Zelda, y en la gran pantalla, siendo el filme más resaltado Diez, la mujer perfecta de Black Edwards. ¿El truco para que la pieza musical haya permanecido tan vigente en el tiempo? “Por un lado el hecho de que es una composición extremadamente simple y, por tanto, pegadiza. Y, por otro, que está muy bien instrumentada, pues todos los instrumentos tienen su momento de protagonismo. Y eso sólo puede lograrlo un genio”, confiesa el musicólogo.

LARA GÓMEZ RUIZ
La Vanguardia

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