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Nace el Premio Internacional de Música Clásica Mónica Lavino Mariani para apoyar a jóvenes talentos

28/2/2019 |

 

La entrega de los reconocimientos ha tenido lugar en la Casa Museo Romeral de Mayte Espínola, presidenta del grupo 

Cuenta Mónica Lavino -delegada en Italia del grupo ProARTE y Cultura de Mayte Espinola- que la música es su mejor amiga: “Es como los libros. Nunca traiciona, siempre enseña. Es la principal vía para salir de la tristeza, para encontrar la paz del alma”, cuenta. “He crecido en un ambiente donde la música era sumamente amada. Tenía una abuela que tocaba maravillosamente el piano. Mis abuelos eran diplomáticos, pero el gran amor de mi abuela siempre fue la música. Cuando daban vueltas por el mundo para representar a Italia, ella era embajadora sui generis: entretenía a los huéspedes en la casa o la delegación tocando el piano”, recuerda. Por esa pasión sin fronteras acaba de celebrar la primera edición del Premio Internacional de Música Clásica Mónica Lavino Mariani, un reconocimiento que busca propulsar el talento joven y dar oportunidades a los pequeños genios.

Lo relata entusiasmada: “Internacional, porque no hay límites a los confines musicales, eso lo primero. Y en segundo lugar, es importante reseñar que tengo una muy buena conexión con la Escuela Superior de Música Reina Sofía, y a partir de ahora también me entrevistaré con diferentes músicos que vengan de ahí, desde mi formación de crítico musical, para seguir ayudando”. Mónica Lavino ya formó parte de varios jurados: en Portofino, Miami, Niza, República Dominicana, etc.

En esta ocasión ha premiado a tres jóvenes en la primera edición del Premio Internacional de Música Clásica que lleva su nombre. Del primero habla con verdadera debilidad. En algún momento se le empañan los ojos. “Samuel Palomino es venezolano y tiene sólo 25 años. Lo descubrí de casualidad tocando en una iglesia y dije: ‘este señor tiene un talento extraordinario, quiero saber más’. Empecé a investigar y descubrí que ya está becado en Venezuela por otra escuela, y también becado por la Escuela Superior de Música Reina Sofía. Fue una sorpresa, y pensé: ‘Bueno, de verdad que mi abuela me enseñó bien a detectar el don’”, sonríe. Cuando encontró al chico, se obsesionó con saber más de él para poderle ayudar. La emocionó enterarse de que el joven venía de Venezuela y arrastraba una situación económica “difícil”.

“Él no tenía instrumento propio. De hecho, el instrumento que tenía se lo ganó en un concurso, pero sólo podía poseerlo dos años, luego tenía que devolverlo. Me pareció una auténtica tragedia”, comenta. Pronto tomó cartas en el asunto. Le dijo al chico: “Me han dicho que no tienes instrumento propio”. Él admitió, con tristeza, que era cierto. Ella empezó a pincharle: “Mentira, mentira”, mientras el joven Palomino recordaba constantemente, cada vez más agobiado, que sí era verdad. “Es mentira: ya sí tienes un instrumento”, cerró ella, sorprendiéndole. Así era: le había comprado un violín de 16 pulgadas, aunque finalmente él necesitaba uno de casi 17.

Doña Mónica le pidió que eligiese el que más se ajustase a él, con el que más encajase, y que entrase a la tienda de un prestigioso luthier y no saliese de allí hasta que encontrase el adecuado. Así fue: Samuel Palomino pasó encerrado cuatro horas acariciando unos y otros instrumentos hasta que llegó el definitivo. “Allí tocó de todo, desde música más contemporánea a música clásica. Y salió loco de felicidad, tanto que ni siquiera podía hablar. Me llamó el luthier para contarme que el chico había elegido una viola magnífica. Una viola normal vale entre 200 y 300 euros, una mediana entre 2.000 y 3.000 y una superior al menos 10.000 euros. Espero que este chico acabe entrando a tocar a una orquesta, porque siento que es brillante y talentoso. ¡Y él está tan agradecido…! No pensaba que una persona que no le conocía, como yo, podía creer en él hasta este punto”.

Más premiados
El segundo premio ha sido para Lidia Samson, una joven pianista austríaca. “Tiene una capacidad rara en una persona tan joven. Puede tocar Bach como debe ser tocado y Chopin como debe ser tocado. O sea, sabe interpretar a diferentes autores con la misma serenidad o el mismo entusiasmo. Esto es rarísimo, porque uno siempre tiene uno favorito”. ¿Y qué hay del tercer premio? En este ocasión ha sido para Tadeo de Habsburgo-Lorena, el hijo del archiduque de Austria. “No llega a ser tanto un premio como una muestra de ánimo para no dejar nunca la música. En la música se encuentra fuerza para salir adelante cuando todo está perdido. Las artes son para esto: para respirar aire puro”.

Estos reconocimientos se concedieron este lunes en la Casa Museo Romeral de Mayte Espínola -presidenta del grupo ProArte y Cultura- en el acto de entrega de las Medallas que llevan su nombre. Les acompañaron más de 300 invitados de la alta sociedad que vinieron de todas las partes del mundo.  

Lorena G. Maldonado
El Español

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