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Calixto Bieito, Mariella Devia y Josep Carreras recogen los premios Ópera XXI en el Liceu

22/3/2019 |

 

El Gran Teatre asume la ceremonia que el Campoamor de Oviedo ya no puede costear

El Liceu no podía escoger mejor momento para tomar el relevo de la gala de los premios Ópera XXI, que en la última década se venían celebrando el Teatro Campoamor de Oviedo. Lo que en la capital asturiana había ido tomando la forma de unos Goya de la ópera -hasta que un cambio de signo político recortó el presupuesto-, el jueves en el teatro barcelonés se convirtió en una cena/ceremonia en el Saló dels Miralls, con 130 comensales.

A la cita no faltó ninguno de los artistas galardonados, entre los que destacaban el tenor Josep Carreras, el director de escena Calixto Bieito y la soprano Mariella Devia, la diva italiana para la que no parecen pasar los años, a juzgar por el “Com’è bello!” de la Lucrezia Borgia de Donizetti que cantó tras recoger el galardón.

Eran los rostros más conocidos de un palmarés que se había fallado en enero: Bieito lo recibía por su puesta en escena del Die Soldaten de Bern Alois Zimmermann que se vio en mayo del 2018 en el Real; Devia, por su interpretación de Lucrezia Borgia en la temporada de Amigos de la Ópera de A Coruña, y Carreras, por su parte, recibía su merecido premio honorífico.

 

Y decíamos que el Gran Teatre no podría haber sido un anfitrión más elegantemente neutral en esta edición de los premios que otorga la Asociación de Teatros, Festivales y Temporadas de Ópera de España. Porque al Liceu no le correspondió ningún galardón de entre lo acaecido la temporada anterior en el mundo de la ópera de este país.

La mejor dirección orquestal se la llevaba Guillermo García Calvo por el Sigfrido que se vio en Oviedo, y la mejor producción operística recaía -de nuevo- en el Real por Gloriana de Britten, con montaje de David McVicar. Recogía el premio el ahora director artístico del teatro madrileño, Joan Matabosch.

Así las cosas, sólo cabía relajarse y disfrutar. Y trabajar para que esos premios sean parte del star system de las galas de la cultura. ¿Acaso no es la ópera el arte total? “Sin prisa pero sin pausa, estos premios han de consolidarse y convertirse en el mejor aparador de la ópera. Queremos que la sociedad pueda percibir el arte más grandioso”, decía el director del Festival de Peralada, Oriol Aguilà, desde el jueves también presidente de Ópera XXI.

A la velada, presidida por Salvador Alemany, se dieron cita famosos de la ópera –porque los hay– como el director de escena Àlex Ollé, de La Fura dels Baus, emocionado con la perspectiva de ser artista residente del Liceu la próximas cuatro temporadas. También se encontraba la mezzo estadounidense Dolora Zajick, que forma parte del reparto de la Gioconda que el Liceu está a punto de estrenar. La familia de Montserrat Caballé estaba representada por la hija de la fallecida soprano, Montserrat Martí, y por su sobrina, Montse Caballé. Y tampoco faltó el compositor Benet Casablancas, que este año ha debutado en el género operístico con L’enigma di Lea.

En cuanto a personalidades del mundo de la ópera, estaban presentes el presidente del Cercle del Liceu, Francisco Gaudier; la presidenta de Amigos de la Ópera de A Coruña, Natalia Lamas, que recogió el premio honorífico otorgado a esta institución, o la miembro del jurado de los premios, la catedrática de musicología de la Universidad Autónoma de Madrid, Begoña Lolo.

Calixto Bieito, que ha sido galardonado en tres ediciones consecutivas de estos premios, recordaba el año en que él mismo asumió la dirección artística de la gala, y lo honrado que se sentía de volver a estar reconocido por la asociación española, y por tener la ocasión de volver al Liceu. Ver algo suyo en el Teatro de la Rambla que no sea una nueva reposición de su exitosa Carmen parece difícil. De momento su nuevo proyecto de ópera con Hèctor Parra, por ejemplo, no se verá en Barcelona.

Mariella Devia, por su parte, se manifestaba honrada por el premio recibido y aseguraba que ya se ha retirado de la ópera escenificada, pues a partir de ahora sólo prevé dar conciertos. Y unos metros más allá, Josep Carreras asumía que el premio honorífico es siempre un premio a una carrera de la que uno está a punto de retirarse, aunque él todavía se da dos años más, dijo.

Momentos emocionantes de la velada fueron el memorial a Montserrat Caballé, con un video montaje cuyo audio de fondo era su propia voz cantando Casta Diva ; el aplauso a Carreras que le dedicó el respetable cuando salió a recoger el galardón, o los agradecimientos de Mirna Lacambra al recibir el premio a su labor al frente de Amics de l’Òpera de Sabadell. “Hacemos cosas muy locas, y tenemos que seguir haciéndolas”, afirmó. 

MARICEL CHAVARRÍA
La Vanguardia

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