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Philip Glass: “Los pintores me inspiran más que los compositores actuales”

21/5/2019 |

 

El gran exponente del minimalismo actúa este martes en el Palau de la Música Catalana interpretando obra propia

Barcelona se ha convertido estos primeros meses del año en una ciudad Philip Glass. El Palau de la Música lo tiene como compositor invitado, y ha programado hasta 25 de sus piezas, al tiempo que en la Filmoteca de la Generalitat se han pasado películas cuyas bandas sonoras firma él, o en han tenido lugar charlas sobre su autobiografía ‘Palabras sin música’ (2015) o estos días conferencias en algunos centros cívicos como la Casa Golferichs.

Este martes 21 de mayo va a ser él personalmente el que suba al escenario del Palau para interpretar obra propia, lo que supone una inyección de energía para su público barcelonés, que le ha esperado largamente desde su última aparición en esta sala. Por otra parte, su ópera Einstein on the beach subirá a este escenario la semana que viene, con Suzanne Vega como voz narradora.

“¿Cuándo dice que será eso?”, pregunta. “Oh, ya habré vuelto a Nueva York, qué lástima”.

Un Philip Glass entrañable, de 82 años, hacía su entrada en la sala de ensayos del coro en el Palau de la Música. Su avión, procedente de París, ha sufrido un cierto retraso y la rueda de prensa ha de ser breve. Víctor Garcia de Gomar, el director artístico adjunto del Palau, arranca con las últimas líneas de Einstein on the beach...

Un Philip Glass entrañable, de 82 años, hacía su entrada en la sala de ensayos del coro en el Palau

“Dos amantes sentados en un banco del parque con sus cuerpos tocándose, cogiéndose de las manos bajo la luz de la luna. Había silencio entre ellos. Tan profundo era su amor que no necesitaban palabras para expresarlo”.

“Nos gustaría tener un encuentro así de profundo y silencioso con usted, pero esto es una rueda de prensa y necesitamos escucharle”, le dice De Gomar al músico e intelectual, cuyo extenso catálogo no encuentra parangón, y cuya trayectoria derivó en eso que se dio en llamar música minimal, aunque él más bien rechaza esta etiqueta.

‘Vessels’ es de mis primeras obras vocales. Como compositor estaba obligado a cantar. Es un barítono infeliz en el coro de la escuela pero aprendí mucho”

La primera obra que se escuchará el martes en el Palau, a cargo del Orfeó Català dirigido por Simon Halsey, es la obra coral Vessels, de su disco Koyaanisqatsi (1983), que pertenece a una famosa trilogía que comenzó en los años ochenta y cuyo embrión hay que buscarlo en la antigua profecía de los indios Hopi: el ser humano desconectará de la naturaleza y a abrazará la tecnología poniendo en riesgo la vida del planeta, decían.


“Sí, de esta trilogía se hizo también en película, y tuvo mucho éxito”, asegura Glass. “Era una película sobre cómo la humanidad pierde el contacto con un mundo orgánico y tira hacia algo más imaginario. Es una obra que da una idea de lo que yo pensaba de la música vocal entonces”, apunta. “En mis días de conservatorio me vi obligado a cantar, a todo compositor le tocaba hacerlo. Y en aquellos años de barítono infeliz en el coro de la escuela aprendí mucho de cómo funcionan las voces juntas. Vessels es de mis primera piezas vocales”

Siempre escojo pianistas que toquen mejor que yo, porque he apreciado la profunda creatividad de los intérpretes”

El concierto proseguirá con obras para piano de diferentes épocas de Glass. Mad rush (1979), extractos de Mishima (1984), Distant figure, passacaglia para piano (2017)... “Es un programa muy bueno porque es una radiografía de mi obra para piano, y tocaré con dos pianistas excelentes, el ruso Anton Batagov y la japonesa Maki Namekawa. El piano se fue convirtiendo en el instrumento que uso para componer. Lo empecé a tocar con 7 u 8 años”.

Y prosigue: “Yo en este caso tocaré la más antigua, Mad rush... pero en los últimos 20 años he estado muy implicado con el piano, he escuchado a muchos pianistas. La gente tiene un talento grandísimo para la interpretación. Y vienen con su propia historia y con sus propios gustos musicales. Y eso es algo que has de permitir que suceda, no te has de poner nervioso. Siempre escojo pianistas que toquen mejor que yo, porque siendo yo también intérprete he apreciado la profunda creatividad de los intérpretes: pueden leer la música por primera vez de una forma que el compositor nunca ha escuchado”.

Hablamos de música como de un lenguaje universal, pero es mucho más. Es un lenguaje que permite la creatividad del intérprete”

“Hablamos de música como de un lenguaje universal, pero es mucho más que eso. Es un lenguaje que permite la creatividad del intérprete”, afirma este hombre en cuya juventud superó un primer estilo al conocer a la compositora Nadia Boulanger en París, su maestra, para luego colaborar con Ravi Shankar en Asia, antes de trasladarse a Nueva York y generar el minimalismo.

Autor de 20 ópera y 12 sinfonías (la última se la estrenó John Adams e incluye temas de David Bowie a modo de homenaje), la música de este norteamericano nacido en Baltimore logra sumergir en una atmósfera que se desarrolla a base de transiciones tonales y arpegios constantes. De Gomar asegura que su música representó una revolución en lo que a saber escuchar se refiere.

Einstein on the beach, por ejemplo, es una ópera que nació en colaboración con Bob Wilson hace ya 50 años, y ahora curiosamente se va reponiendo aquí y allá. “No creo que esta ópera cambiase demasiado el mundo de la música, fue una colaboración magnífica pero más que el principio de algo fue el final de una etapa para mi. Es chocante que ahora la gente la vuelva a interpretar. La energía de la pieza sigue ahí, como si se hubiera escrito ayer, pero no nos habla del futuro, en todo caso del pasado”.

No creo que ‘Einstein on the beach’ cambiara demasiado el mundo de la música. Pero la energía de esta ópera sigue ahí, como si fuera ayer”

En su libro autobiográfico Glass describe la música como un lugar. “Yo siempre me había preguntado qué es la música, de dónde viene. Pero un día dando clases esa misma pregunta me la plantearon los alumnos. Y no estaba preparado para dar una respuesta cuando la pregunta llegaba de otro lado. Sencillamente se me ocurrió que la música es un lugar. Y los músicos vivimos en ese lugar, ese Río, ese Chicago o ese Madrid para los compositores. De manera que los músicos vivimos en dos mundos. Y estuvieron de acuerdo. No lo sé, es algo muy curioso”.

Para este padre del minimalismo, hay muchas profesiones creativas y “podemos decir que la creatividad no pertenece a un mundo profesional sino a un mundo en el que vivimos”. “Igual que las ciudades tienen un centro histórico, un lugar donde ir a pasear, la creatividad -asegura- es de la misma manera un lugar al que ir a vivir. Así que los compositores vivimos en un mundo ordinario pero también en los sueños. Es importante prestar atención a los sueños.Y ahora veo, respondiendo a esa pregunta, que la creatividad viene de los sueños. Una definición que me viene aquí, en Barcelona”.

El mundo de la música es vasto. Tocando con indígenas un día llevábamos 40 minutos tocando un tema y les pregunté cuánto rato podían estar tocando. ‘Tres días’, me respondieron”

Su conexión con la composición contemporánea no es relevante, dice. Su trayectoria le ha llevado no sólo a colaborar con Ravi Shankar en Asia, sino a trabajar en Australia, África, México, Brasil... “Lugares en los que por lo general no me encontraba con músicos que tuvieran una formación como la que te esperas de un compositor. Y además tenían formas únicas de tocar. Aprendí muchísimo encontrándome con indígenas que, por ejemplo en Latinoamérica, ni siquiera hablan español. Y tocábamos juntos con instrumentos totalmente nuevos”.

“Recuerdo que en una ocasión no habían visto nunca un piano en aquella comunidad indígena. Al darle a una tecla dieron un respingo, jaja. ¡Qué susto! Les expliqué lo que era y ahora lo laman el piano de Philip. Recuerdo que tocamos ante el púbico en Ciudad de México, y lo más curioso es que la gente no conocía la música original mexicana, la de los indígenas”, prosigue Glass. “Colaboramos con músicos del lugar, hemos hecho dos discos.Un día llevábamos 40 minutos trabajando en un mismo tema y pregunté al colega... ¿cuánto rato puedes estar tocando? Se paró a pensar y me dijo... ‘tres días’. Con eso quiero decir que el mundo de la música es vasto. Más que saber el que uno sabe lo que conviene es saber lo que uno no sabe”.

En mi vida personal he tenido relación con los pintores, me siento cómodo en un taller porque están relajados, no temen que les robes sus ideas”

¿Cuál es su actividad actual como compositor? “Compongo más música que antes, aunque voy más lento. Y contemplo mi formación tradicional desde otro lado. A mí la inspiración me llega de los pintores. En mi vida personal he tenido relación con los pintores, me siento cómodo en un taller porque están relajados, no temen que les robes sus ideas. Y aprecio de ellos el gusto por la disciplina, esa fuerza, esa visión. Yo me he separado de los compositores contemporáneos. Los músicos suelen quedar estancados en la tradición o en las escuelas compositivas, que se ven obligados a defender. Yo no les paro mucha atención. Nos ignoramos mutuamente, somos felices sin saber los unos de los otros”.

En cambio sí se ha interesado en los cantautores como David Byrne, Paul Simon, Suzanne Vega... “Quería escribir canciones y les pedí que me pasaran algunos textos. Recuerdo que Paul Simon me pasó uno muy bueno pero luego me lo quiso cambiar por otro porque ese lo quería para sí mismo. Me sirvió para aprender a escribir música a partir de otros compositores. Byrne era muy interesante. Me ofreció un libro de poemas para que escogiera unos pocos. ‘Sabía que escogerías esos’, me dijo. Qué cosa más extraña de decir, ¿no? Los interpretamos. Se titulaban Songs from liquid days”. 

Maricel Chavarría
La Vanguardia

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