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Victor García de Gomar: «El Liceo ha dejado escapar algunos nombres importantes en los últimos años»

29/1/2020 |

 

El director artístico del teatro barcelonés avanza que Gustavo Dudamel dirigirá «La flauta mágica» con el tenor Javier Camarena como protagonista

Gustavo Dudamel dirigirá en el Liceu una «Flauta Mágica» con Camarena y Rial como protagonistas
Victor García de Gomar ocupa la dirección artística del Gran Teatro del Liceo oficialmente desde el pasado mes de septiembre. Tiene la responsabilidad de escoger los títulos y los cantantes que permitan visualizar que la institución ha salido de la crisis económica.

¿Cómo espera dejar su huella en el Liceo?

Tiene que pasar a ser un centro de las artes que toque los temas de hoy, se haga preguntas, donde importe el símbolo y sea una fábrica de cuestionarlo todo; que el escenario formule no solamente experiencias sensitivas y emocionales, sino que en el placer y el juego que es venir a ver una ópera haya una invitación a crecer, a despertar un sentido crítico.

¿Cómo se va a concretar todo esto?

Por ejemplo, con el artista residente, Àlex Ollé. En los próximos cuatro años veremos cuatro producciones suyas, dos de ellas nuevas y dos reposiciones. Por ejemplo, tendremos la «Norma» de Bellini que hizo para el Covent Garden y estrenará una «Lady Macbeth de Mtsensk» de Shostakovich con Josep Pons dirigiendo para inaugurar una temporada.

Y en cantantes y directores, ¿habrá grandes nombres?

Tendremos a Gustavo Dudamel dirigiendo «La flauta mágica» con Camarena haciendo de Tamino y Núria Rial debutando en el Liceo, como Pamina. Es un proyecto muy atractivo para el público local y el extranjero y para reposicionar el teatro a nivel internacional.

Eso no parece muy barato, conociendo el presupuesto del Liceo.

Dudamel estará un mes con nosotros, es un regalo que hace al Liceo por amistad y porque es un título que quería hacer. Y ha aceptado nuestros cachés. Es una gran oportunidad para compartir con el público nuestra ilusión por esta nueva etapa. Además, potenciamos el talento local subsanando al mismo tiempo la anomalía que es que Núria Rial no haya cantado aquí nunca. Lo mismo se aplica para una Marta Mathéu o un Xavier Sabata. Queremos que estén aquí de manera regular y este sea su espacio no solamente para roles secundarios, sino para papeles protagonistas con los que están triunfando en todas partes.

No son los únicos, también a nivel escénico se echan nombres en falta.

Nos hemos perdido una parte de Calixto Bieito, de Àlex Ollé, de Carlus Padrissa. Vimos los orígenes, hubo una cierta alergia y una incapacidad de digerir. Creo que ahora no los podemos ignorar, tienen que ser un motivo de orgullo y no podemos renunciar a lo que les quede por delante. Otro ejemplo: «Karl V» de Krenek con puesta en escena de Carlus Padrissa y Lita Cabellut, que se pudo ver en Munich y que el Liceo no puede dejar pasar, máxime teniendo en cuenta que es una propuesta muy mediterránea. No puede ser que Múnich nos explique estos éxitos, debemos liderarlos nosotros. Otro de los ejes es la mirada a los artistas plásticos. Son capaces de anticipar el futuro de una sociedad. Esta mirada tan crítica y estética hay que incorporarla. Un ejemplo sería el «Wozzeck» de William Kentridge, con Matthias Goerne como Wozzeck, que veremos aquí en los próximos años.

Respecto al repertorio, ¿es suficiente con revisitar escenográficamente los títulos de siempre, o se empieza a ver el caldo de cultivo de un nuevo repertorio, más cercano a la mentalidad del siglo XXI?

Hay que repensar qué quiere decir ópera hoy. Cada generación no puede tener impuesto un canon sino que tiene que hacerse el suyo propio. Este teatro estaba acostumbrado a traer todos los Verdi, los Puccini y los Wagner inmediatamente después de que se estrenaran. Esta vibración se ha perdido, el Liceo ha dejado escapar algunos nombres importantes en los últimos años, pero hay que recuperar un poco ese ritmo. La próxima temporada tendremos la nueva ópera de George Benjamin, «Lessons in love and violence». No están en la agenda de los próximos años pero también merecerían venir nombres como Jake Heggie («Dead men walking», «Moby Dick»), Thomas Adès («The Tempest») o John Adams («Nixon in China»).

¿En el Teatro Real deberían preocuparse ante esta energía de la nueva etapa?

La relación con el Real es magnífica. En un entorno pequeño como el de la ópera y con dos casas hegemónicas, la enemistad no tiene cabida. Hay una competencia sana. No somos un enemigo, sino un socio necesario. 

Pep Gorgori
Abc

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