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El Concierto de Europa proclama la unidad frente a lo invisible

2/5/2020 |

 

La Filarmónica de Berlín, que ayer actuó sin público por el coronavirus, defiende la música como símbolo de la conciencia europea

"Esto es muy extraño", le decía el director Simon Rattle a la cámara el pasado 12 de marzo. Tras él, disciplinadamente colocada en el escenario, aplaudía tímidamente la Filarmónica de Berlín, orquesta de la que fue titular hasta 2018 y a la que vuelve con regularidad. Todo era extraño porque en puertas del confinamiento los músicos berlineses se habían visto obligados a cumplir un papel que nunca antes habían representado en sus casi ciento cuarenta años de historia, a pesar de alegrías y borrascas, como bien ha explicado su intendente Andrea Zietzschmann. Si la vergüenza se hizo presente cuando se convirtió en orquesta insignia del Estado nazi, la voluntad democrática selló su personalidad tras la simbólica configuración de la Berliner Philharmonie, sede construida por del arquitecto Hans Scharoun. Incluso el orgullo les dio fuerza cuando se convirtió en pionera de la difusión online de sus conciertos, tras una pujante y larga experiencia en el mundo de la promoción audiovisual.

Pero ahora se trataba de pudor. La orquesta aplaudía cohibida ante la obligación de asumir el doble papel de intérprete y de oyente frente a una sala vacía de espectadores. La gran tragedia de la música no es su inexistencia sino la posibilidad de que nadie la escuche por muy sublime que esta suene. Y en ese concierto que hoy podemos bautizar como "del confinamiento" sonaron de manera magistral obras con destino impreciso, dirigidas a oyentes sin cuerpo, a oídos virtuales que se escondían ante una situación que, desde hace mes y medio, quedaba expuesta a cualquier coyuntura, por enloquecida que pareciera. En el programa se reunían dos obras maestras del siglo XX: la "Sinfonía" de Luciano Berio, ejercicio sistemático capaz de poner en valor la memoria y la historia, y el "Concierto para orquesta" de Béla Bártok, escrito en plena Segunda Guerra Mundial, mientras el abandono y la leucemia consumían al compositor.

Solución al encierro
Aquel concierto puede verse a través de digitalconcerhall.com, la plataforma de la Filarmónica de Berlín que ahora ofrece en abierto todos sus contenidos mientras dure el confinamiento. Sin duda, la orquesta berlinesa es una de las instituciones musicales a escala mundial que con más seriedad y solvencia ha dado solución a las dificultades del encierro. Lejos de cualquier populismo, ajena a la banalidad musical que abona las redes alentadas por la buena intención de lo inmediato, el concierto del 12 de marzo es el primer ejemplo de una actividad que ha seguido pujante a través del Festival Easter@Philharmonie, adaptación digital y circunstancial del Festival de Pascua en Baden-Baden. Un primer capítulo aborda la historia de este festival y, en el cierre, una grabación de la quinta sinfonía de Chaikovski dirigida por su actual titular, Kirill Petrenko. Entre medias, grabaciones actuales e históricas mezcladas con música de cámara interpretada estos días en una Philharmonie vacía, impresionante, con los músicos guardando la distancia social. Merece la pena verlo.

En estas mismas circunstancias ha tenido lugar el Concierto de Europa que, desde hace 30 años, todos los 1 de mayo lleva a la Filarmónica de Berlin a un escenario cultural e históricamente distintivo del continente. En España se ha celebrado en dos ocasiones: en 1992, en el monasterio de El Escorial con dirección de Daniel Barenboim y la participación y debut ante los berlineses de Plácido Domingo, y en 2011 en el Teatro Real, con Rattle y Cañizares. La edición de este año tenía como destino Tel Aviv, como culminación del viaje de Estado que hizo el presidente alemán Frank-Walter Steinmeier a Israel en coincidencia con la participación en el Foro Mundial del Holocausto, setenta y cinco años después de la liberación de Auschwitz.

Con la misma lealtad y valentía con la que se dirigió a los asistentes a aquel foro, el presidente alemán se encargaba ahora de presentar este concierto señalando la singularidad de la atmósfera, la particularidad de la sala desocupada y la voluntad reflexiva de un evento cuya trayectoria refleja la pluralidad de culturas y formas superpuestas en el territorio europeo con la posibilidad de establecer la música como símbolo distintivo. Suena raro y, por lo tanto sugerente, que un político señale la necesidad de no caer en trivialidades ante el arte y la cultura, sobre todo cuando la pregunta más inquietante del momento es cómo será el futuro. Andando el camino, la Filarmónica de Berlín ha celebrado el Concierto de Europa junto a Kirill Petrenko, aplicando con rigor las nuevas normas sociales. Los músicos participantes fueron testados, la distancia entre ellos se mantuvo en los dos metros y el programa orquestal inicialmente previsto se adaptó a un formato camerístico.

Sonó "Fratres"del contemplativo Arvo Pärt, reciente premio Fronteras del Conocimiento de la Fundación BBVA, y "Ramificciones" de György Ligeti, paradójicamente pensada para que los intérpretes se sienten muy cerca uno del otro con el fin de que el oyente tenga la sensación de una sola fuente sonora. Sonó también el "Adagio para cuerdas" de Samuel Barber y la presentadora Petra Gute se acordó de España y de cómo esta música está sirviendo de homenaje a las víctimas de la Covid-19, particularmente en Madrid. Como cierre, la cuarta sinfonía de Mahler, en el arreglo para grupo instrumental de Erwin Stein, y con la participación en el último movimiento de la soprano Christiane Klang.

Norman Lebrecht ha escrito que el "scherzo" de esta obra es la primera música multicultural de la música occidental y que, anticipándose a su época Mahler "da la bienvenida a todos los forasteros". Han hilado fino los berlineses y por eso, aún en el descanso, Klaus Lederer, senador para la Cultura y Europa (no está mal la asociación) recordó el valor que el concierto habría tenido de celebrarse en Israel y, cómo las circunstancias, le han otorgado una dimensión incluso superior. Pensando en las necesidades perentorias de los campos de refugiados en Grecia, Kirill Petrenko y sus músicos han cedido los honorarios a Unicef, organización de la que son embajadores. La Filarmónica de Berlín tiene previsto reemitir el concierto en su plataforma Digital Concert Hall, mientras recuerda que ya trabaja para que, en 2021, el Concierto de Europa se celebre en la Sagrada Familia de Barcelona. 

Alberto González Lapuente
Abc

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