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Muti: “Sueño con tener más afroamericanos en mi orquesta, en el coro, entre el público y repertorio"

13/6/2020 |

 

Riccardo Muti: “Sueño con tener más afroamericanos en mi orquesta, en el coro, entre el público y en mi repertorio”
El director de orquesta italiano, que este fin de semana regresa al podio de la Filarmónica de Viena, dirigirá el próximo día 21 el primer concierto de clásica en Italia, tras el inicio de la pandemia

Riccardo Muti (Nápoles, 1941) se pone en marcha tras la tragedia del coronavirus. El legendario director de orquesta italiano atiende a EL PAÍS por teléfono. Pregunta, él primero, por la situación en España. “Volvemos a contemplar de nuevo las estrellas”, afirma parafraseando el último verso del Infierno de la Comedia de Dante. Habla desde Rávena, la ciudad donde falleció el poeta italiano y donde también reposan sus restos. Aquí ha pasado los meses de confinamiento tras sus últimos conciertos, de finales de febrero, como titular de la Sinfónica de Chicago.

Pero mañana sábado, 13 de junio, Muti volverá a subirse al podio del Musikverein vienés. “Espero que me dejen entrar en Austria, a pesar de ser italiano, pues no puedo dirigir a la Filarmónica de Viena desde Rávena”, comenta con ironía. Le seguirá, el 21 de junio, el primer concierto de clásica con público en Italia, tras la irrupción de la covid-19. “Hemos recuperado la Rocca Brancaleone para tocar al aire libre, con 250 espectadores, y la Orquesta Juvenil Luigi Cherubini, reducida a 65 músicos”, admite. El programa, que abrirá la 30ª edición del Festival de Rávena, va del sueño de Scriabin al júbilo de Mozart, de la bellísima Rêverie a la explosiva Sinfonía Júpiter. “Es un símbolo de reapertura, de la alegría por haber recuperado la música”, añade el maestro italiano, mientras subraya la presencia de varias autoridades como el Ministro de Cultura, Dario Franceschini, y la Presidenta del Senado, Maria Elisabetta Alberti Casellati.

Muti ha podido salvar, además, dos importantes citas relacionadas con la celebración del 250º aniversario de Beethoven, en julio y agosto. “El 5 de julio viajaré al Parque Arqueológico de Paestum, con los jóvenes de la Orquesta Cherubini, para interpretar la para interpretar la Sinfonía Eroica, en el marco del programa Caminos de la amistad”, anuncia. Este año tenderá un “puente musical” con Siria, al dedicar su concierto a la memoria de Hevrin Khalaf, la líder kurda recientemente asesinada por una milicia pro turca. “Y, en agosto, podré dirigir los tres conciertos a la Filarmónica de Viena, en el Festival de Salzburgo, con la Novena, de Beethoven, y su mensaje universal de que todos nosotros seremos hermanos”, recalca.

La referencia al abrazo universal beethoveniano desvía el tema de la conversación hacia la situación en Estados Unidos, donde al virus se le han sumado violentas revueltas raciales. “Naturalmente todos mis conciertos con la Sinfónica de Chicago se han cancelado, pero mantengo un estrecho contacto con los músicos”, asegura. La llama de la orquesta se ha mantenido viva, como en otros conjuntos, por medio de retransmisiones de conciertos en diferido. Muti destaca la emisión hace pocos días de una grabación de Lyric For Strings, de George Walker. “Es una pieza posromántica, pero de sentimiento verdadero, de un compositor afroamericano fallecido hace poco, que hemos enviado como repulsa por la muerte de George Floyd y para transmitir nuestro amor y fraternidad”. El maestro italiano recuerda la cantidad de músicos afroamericanos con los que ha trabajado (cantantes como Jessye Norman, Kathleen Battle, Simon Estes y Martina Arroyo junto al pianista André Watts) y esboza un deseo contra el racismo: “Sueño con tener cada vez más afroamericanos en mi orquesta, en el coro, entre el público, pero también en mi repertorio”.

La pandemia ha impedido escuchar, el pasado mes de abril, dos bellas composiciones bajo su dirección: Mother and Child (1943), de William Grant Still, y la Tercera sinfonía (1940), de Florence Price, ambos pioneros del sinfonismo afroamericano. “Dirigiré ambas composiciones, en Chicago, cuando todo se normalice y, especialmente, esa gran sinfonía de Price, que además de afroamericana, era una compositora, aunque le aseguro que no la he programado por esa razón, sino por el valor que tiene su música”, remarca. El coronavirus también ha impedido a Muti culminar en Chicago el ciclo de las sinfonías de Beethoven, que debería haber concluido, precisamente, el 21 de junio con la Novena. Pero ha reservado, para mediados de septiembre, uno de sus principales retos de la próxima temporada: su primera interpretación de la Missa Solemnis, de Beethoven.

“Para mí es el Himalaya de la música. Compré la partitura en 1970 y me ha acompañado desde entonces. Creo que ahora tengo la preparación humana y artística para abordarla”, confiesa. Pero reconoce, a continuación, que quizá no podrá ser y tengan que regresar en Chicago, tras el verano, con un repertorio como sinfonías de Mozart. No obstante, considera crucial volver a unir a su orquesta. “La palabra sinfonía proviene del griego syn-phone, es decir, tocar juntos o estar juntos. Y ese contacto no es sólo artístico sino también humano”, recalca.

Muti encuentra una cita consoladora para coronar casi cada comentario. Y, a la pregunta sobre la difícil situación de la ópera representada en los teatros, replica con una bella frase del actor y dramaturgo Eduardo De Filippo en dialecto napolitano (“Ha da passà ‘a nuttata”). “Significa que debemos esperar que pase la noche. Ahora estamos en la noche, a pesar de que la situación ha mejorado mucho en Italia, pero el virus continua circulando”, advierte. En 2021 tiene previsto dirigir una nueva producción de Don Giovanni, con su hija Chiara como régisseur, en el Teatro San Carlo de Nápoles, ahora con Stéphane Lissner al frente. Insistimos en preguntar por su regreso al foso de La Scala, que tiene a Dominique Meyer como nuevo intendente, y recibimos una primicia relacionada con el Maggio Musicale de Florencia: “Estoy negociando con Alexander Pereira una nueva producción de Simon Boccanegra, de Verdi, para 2022”, anuncia.

Y terminamos comentando la concesión del Premio Princesa de Asturias de las Artes a su compatriota, el italiano Ennio Morricone, junto a John Williams. Muti fue el último galardonado en esa categoría en relación con la música, en 2011. “Morricone es más conocido por sus partituras para el cine, pero es un músico verdadero. En 2002 estrené su obra Voci dal silenzio dedicada a las víctimas del 11-S, en el Festival de Rávena, aunque después la llevé a Chicago. Y, al igual que Nino Rota, ha escrito melodías inolvidables, pero hasta para eso hay que ser un gran músico”, concluye.

EL CONCIERTO DE AÑO NUEVO MÁS SERIO
Una de las labores de Riccardo Muti durante la pandemia ha sido estudiar la música del próximo Concierto de Año Nuevo, en Viena. Aunque todavía no se han revelado los detalles del programa, Muti va a dirigir este fin de semana en el Musikverein, ante un centenar de espectadores y todas las medidas de seguridad, la polca francesa Margarita, de Josef Strauss y el vals Voces de primavera, de Johann hijo. Ambas serán utilizadas para filmar este verano las escenas pregrabadas del ballet. Será la sexta edición de este popular concierto con Muti sobre el podio, desde 1993. “Es un honor dirigirlo, aunque es un concierto muy duro, ya que debes aprender muchas obras nuevas; la orquesta quiere mostrar al mundo la gran producción de los Strauss”, admite. Y añade que la cita de 2021 será todavía más seria que en otras ediciones suyas: “Para mí es un concierto centrado en la música y especialmente lo será en esta edición, tras un año tan trágico”. Muti llegó al espíritu vienés de los Strauss a través de Schubert. Y no es casualidad que este fin de semana inicie sus conciertos en Viena con su Sinfonía “Trágica”. Una forma de conjurar al maldito virus. 

PABLO L. RODRÍGUEZ
El País

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