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Domingo y su hijo conquistan Verona con el estreno de su «Himno a la Arena»

6/8/2004 |

 

Los dos Plácidos, senior y junior, conquistaron arrolladoramente el mayor teatro lírico del mundo con el «Himno a la Arena», compuesto por el hijo e interpretado por el padre, arrancando aplausos interminables a los 15.000 espectadores de un anfiteatro construido hace dos mil años. El himno al «templo de la música» enlaza algunas partituras entrañablemente ligadas a este anfiteatro, como el «Nabuco», y las canaliza, a ritmo de Juegos Olímpicos, hacia un final electrizante que borró algunas amarguras de la velada. Era una «première» mundial, y el hijo del tenor se jugaba mucho, pero la platea y la cávea les premiaron con aplausos interminables hasta exigir una segunda interpretación.

La Arena tiene un público difícil, cuyos antepasados mostraban el signo del pulgar hacia abajo para pedir la muerte de los gladiadores mediocres, y que anteanoche se rebeló a mitad de un vídeo excesivamente largo enviado desde el teatro romano de las ruinas de Palmira en Siria. Era un escenario de arrolladora belleza helenística, pero las exóticas danzas del «Debke» estaban muy lejos del gusto local. Aunque fuese un espectáculo fascinante, que resultará perfecto en la producción televisiva de la RAI y en el DVD que realizará Sony, los bailes bajo un sol cegador resultaban fuera de lugar bajo la noche estrellada de Verona. Un espectador gritó: «¡Esto es una vergüenza! ¡En la Arena se canta!», y aquella chispa desató la revuelta.

Aceptando el veredicto del respetable, Plácido Domingo, Franco Zeffirelli y Mario Dradi, que habían concebido la novedosa producción de la «Corona de Pietra» para hermanar idealmente los ochos mejores anfiteatros en torno al Mediterráneo, decidieron suprimir los vídeos en la segunda parte del espectáculo. Aunque Zeffirelli quería haber mantenido el teatro romano de Tarragona, el público levantisco se quedó sin conocer a la Orquesta Sinfónica del Vallés. En cambio, disfrutó a sus anchas con «La tabernera del puerto» en una interpretacion perfecta de la soprano Daniela Schillaci, el barítono Juan Pons, el bajo Stefano Palatachi y, naturalmente, el tenor Plácido Domingo, «Gladiador» por antonomasia en el anfiteatro de la Arena.


Abc

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