Alicante se hace mayor
17/9/2004 |
20 años de compromiso con la creación contemporánea
El próximo martes comienza la XX edición del Festival de Alicante, que después de dos décadas ceñirá su programación a la creación más reciente. Con motivo de este vigésimo aniversario, dedicará varios monográficos a autores que a lo largo de estos años han estado más vinculados a la cita como Alfredo Aracil, José Ramón Encinar o María Escribano.
Durante el Año Europeo de la Música, allá por 1985, el Ministerio de Cultura, a instancias de José Manuel Garrido, por entonces director general del INAEM, se creaba el Festival de Alicante. Tomó las riendas el compositor Tomás Marco, que había asumido también la responsabilidad del Centro para la Difusión de la Música Contemporánea (CDMC), dependiente del citado ministerio. La necesidad de encontrar una vía para dar a conocer las numerosas obras encargadas durante las conmemoraciones de ese año que luego pudiera contar con una continuidad fructificó en la ciudad levantina, teniendo en cuenta la bondad del clima durante el final del verano. Durante estos años ha tenido que superar todo tipo de problemas, desde las suspicacias locales y autonómicas que lo consideraban como un evento impuesto desde Madrid, hasta la necesidad de ajustar sistemáticamente su presupuesto lo que ha redundado en la disminución de encargos y en la menor presencia de grandes formaciones sinfónicas y famosos solistas. En varias ocasiones, y según quién estaba a la cabeza, se ha criticado su línea artística con inevitables acusaciones de amiguismo. Y hasta en algún momento se llegó a valorar la posibilidad de prescindir de él.
Espléndida nómina
Pese a todo, ahí están sus veinte ediciones que, como no podía ser de otra manera, han tenido consecuciones importantes. El crítico José Luis García del Busto, que estuvo íntimamente vinculado a su historia, como espectador y como responsable artístico, destaca entre otras, lo que valora como una “larga y espléndida nómina de obras”, sin la cual “no cabría hacer un panorama fidedigno de la creación musical española”. Entre ellos cita el Concierto para violín y orquesta de José Luis Turina, Corriente cautiva de David del Puerto, Toccata vieja en tono nuevo de Cruz de Castro, Tránsito de Olavide, Oleada de Francisco Guerrero, Cantos de pleamar de Antón García Abril, Mural sonante de Cristóbal Halffter o Fons Vitae de Jesús Rueda. Para Jorge Fernández Guerra, su director y máximo responsable del CDMC, el Festival debe ser “un foco sobre lo que se crea, sea lo que sea. De ahí que haya vivido una continuidad, entre la discontinuidad”. Echa en falta una mayor dimensión y muchos más medios económicos: “si el Festival creciera lanzaríamos un mensaje a la sociedad de que creemos en la composición contemporánea”. Y en un programa de estas características, Guerra apuesta por un perfil de espectador “curioso ante lo que se le ofrezca. No se trata de que muestre un entusiasmo como si todo pudiera ser excepcional, porque al tratarse de una apuesta sobre la creación viva siempre hay cosas más interesantes que otras, sino que se sienta partícipe de todo”.
Edición especial
Teniendo en cuenta que se encuentra en una edición especial, su actual director Jorge Fernández ha apostado por centrarla en lo que él llama “Generación Alicante”, formado por aquellos creadores cuya edad oscila en torno a los cincuenta años para que, a través de ellos, el Festival pueda revisar “las razones y la atmósfera de sus orígenes”, que Fernández Guerra caracteriza como “un momento generacional quizá mal perfilado y del que hoy habría que destacar la asunción de la heterogeneidad y la diversidad, y la ya citada llegada de la mujer a la escena compositiva en pie de total igualdad”. Los compositores elegidos como referencia son Alfredo Aracil, José Ramón Encinar, María Escribano, Ramón Ramos y la británica Judith Weir. De ellos, Encinar, Aracil y Escribano recibirán sus correspondientes monográficos. De modo complementario se ofrecerá un curso en torno a estos últimos veinticinco años, que han sido tan determinantes tanto en nuestra historia como en la de la música.
Hay que señalar también el homenaje que se brindará a cuatro compositores que cumplen 75 años. Junto a Agustín Bertomeu, Agustín González Acilu y Josep María Mestres Quadreny, también se incluye a Carmelo Bernaola, en lo que se valora como homenaje póstumo.
Si hay que destacar algunos eventos, sobresale por encima de todos, el de la London Sinfonietta, dirigida por el maestro francés Diego Masson (25 de septiembre). Entre las obras programadas figuran Coursing del también director de orquesta Oliver Knussen –cuya habitual ausencia de España es muy triste– así como Coyote Blue de Magnus Lindberg otro referente del momento. El estupendo Cuarteto Arditti, uno de los mejores de la actualidad en el campo de la música contemporánea, ofrecerá junto al pianista Ananda Sukarlan y el contrabajista Toni García Araque, un monográfico dedicado al madrileño Jesús Rueda (29 de septiembre).
Teatro electrónico
Hay que destacar, por lo atractivo, el programa que la soprano Frances Lynch junto al ingeniero de sonido Paul Bull dedicarán al teatro musical para solista y música electrónica realizado por las compositores Karen Winhurst, Judith Binham, Judith Weir y la propia Frances Lynch (30 de septiembre). El inquieto grupo francés Musicatreize que dirige Roland Hayrabedian incluye, junto a Nur de Francisco Guerrero, obras de autores desconocidos para nosotros, procedentes del país vecino como Edith Canat de Chizy, Annette Mengel, Philippe Gouttenoire y Jean Christoph Marti (2 de octubre).
Interesante es el programa que presenta el grupo finés Ensemble Uusintaa. Si tenemos en cuenta el despegue que ha vivido la música en el país nórdico, se comprende su presencia con obras de autores de peso como Kaija Saariaho, una figura de moda en la actualidad, el antes citado Magnus Linberg junto a otros nombres menos conocidos como Harri Vuori, Tapio Tuomela y Jukka Tiensuu (1 de octubre).
Con esta edición, el Festival acentúa una línea ante los retos que le esperan en el futuro. El marco contemporáneo se hace cada vez más estrecho ya que, en opinión de su director, “no se puede meter todo el siglo XX en él”. Centrándolo en los últimos treinta años permite un perfil artístico mucho más definido. Por otro lado, la necesidad de mostrar lo más actual tanto en compositores consagrados como en los jóvenes, será una carta de visita también para las próximas ediciones.
Luís G. Iberni
El Cultural