Las luchas internas fuerzan la dimisión de Muti como director musical de la Scala de Milán
3/4/2005 |
El director de orquesta Riccardo Muti ha dimitido como director musical de la Scala de Milán, uno de los teatros líricos más importantes del mundo. La causa: los conflictos y tensiones que mantiene con los trabajadores desde hace varios meses.
En un comunicado, los responsables de La Scala confirmaron que Muti ha hecho llegar su dimisión "al presidente del consejo de administración de la Fundación del Teatro Scala, Gabriele Albertini, al resto de la junta y a la Superintendencia".
Por su parte, el director musical ha señalado que la renuncia es "una decisión obligada" a causa de la "hostilidad manifestada de forma evidente por las personas con las que he trabajado durante casi veinte años".
Según Muti, ello "hace imposible proseguir con una colaboración que tendría que estar basada en la armonía y la confianza".
"Hacer música juntos no es solamente un trabajo de grupo, ya que necesita estima, pasión y entendimiento", aseguró.
Muti ha sido director musical de la Scala desde 1986. Intereses políticos, pugnas sindicales y vanidades enfrentaban desde hace tiempo al director y a sus músicos. Todos los trabajadores del teatro habían votado masivamente hace un par de semanas para pedir su dimisión (700 votos a favor, dos en contra).
Según relataba entonces Rubén Amón en EL MUNDO, la crisis echa raíces en las cañerías de Milán y comporta ramificaciones en la política, las finanzas, la Justicia y hasta la Iglesia.... Aunque puede atribuirse superficialmente al cese de Carlo Fontana, sobreintendente desde 1990 y víctima del maestro Riccardo Muti porque lo consideraba responsable de una gestión esencialmente provinciana.
El duelo se había cuajado durante varios años, pero fue el pasado 24 de febrero cuando los consejeros de la Fundación de la Scala decidieron eliminar a Fontana y sustituirlo, a petición de Riccardo Muti, por la figura mesiánica de Mauro Meli.
Fue entonces también cuando se comenzaron a multiplicar las protestas sindicales. Primero, llevándose por delante la première y 10 funciones de Il dissoluto assolto (música de Azio Corghi y libreto de Saramago). Después, boicoteando el estreno de todas las óperas programadas y conduciendo la credibilidad de la Scala al viejo mito del caos italiano.
Una maniobra de presión y de agitación que no sólo respondía a la solidaridad del señor Fontana. También a las estrecheces presupuestarias de la Scala y "al deterioro de las condiciones de trabajo", según los sindicatos.
Por no hablar de otras evidencias más concluyentes que sitúan la reputación de la Scala lejos de los grandes teatros internacionales. No sólo porque Muti ha demostrado alergia a la idea de invitar a los colegas más ilustres. También porque la Scala se ha acomodado en una dinámica conservadora y previsible.
El Mundo