Los «eminem» de la música clásica
15/4/2003 |
La «Academia de Música Contemporánea», creada por el CDMC y que ha contado con la colaboración de lujo del director de orquesta Arturo Tamayo -premio Nacional de Música 2002-, celebra hoy su último concierto de esta temporada
MADRID. Son eminentes músicos. Y están decididos, como el célebre Eminem en el Rap, a defender la creación más reciente dentro de la música culta, Ana María, Jacobo, Luis Miguel, David... son algunos de los músicos que participarán hoy en el Auditorio Nacional, en el tercer y último concierto que esta temporada ofrece la Academia de Música Contemporánea, creada hace tan sólo unos meses por el Centro para la Difusión de la Música Contemporánea (CDMC). Se muestran apasionados por la música de su tiempo, pero también se sienten comprometidos con los creadores de su tiempo. Una música a la que muchos le han dado la espalda por desconocer su lenguaje o su escritura.
Los motivos que han llevado a cada uno de estos músicos a embarcarse en esta Academia -un curso de perfeccionamiento que se ha desarrollado a lo largo de una semana en el Aula de Música de Alcalá de Henares, para culminar en un concierto- son muy diversas. «A mí me lo propuso mi profesor del Conservatorio de Atocha», recuerda Ana María Pérez Jaramillo, una flautista nacida hace 19 años en Almendralejo, pero que se ha trasladado a vivir a Madrid donde estudia primer año del Superior. «Me apetecía tocar música contemporánea porque es algo que no se hace normalmente en el Conservatorio». Aunque reconoce que ha sufrido «momentos de pánico» al enfrentarse a algunas partituras, también es cierto que «ahora controlo más que en el primer encuentro». Ana ha participado en los tres que se han celebrado hasta el momento.
Para Jacobo Díaz, un sevillano de 26 años que toca el oboe, la experiencia ha sido menos dura ya que, actualmente, compagina su trabajo en el Conservatorio de Sevilla con la participación en un grupo de música de cámara contemporáneo, «Solistas de Sevilla», lo que no le ha salvado de enfrentarse a ciertas dificultades a la hora de tocar «ya que cada obra es un mundo». Jacobo es de los pocos que han trabajado con anterioridad con Tamayo, «un director con una gran experiencia». El sevillano también es de los que repite, «y repetiría siempre», subraya. Según el director del CDMC, Jorge Fernández Guerra, «casi un 60 por ciento de los jóvenes se reenganchan si el programa que se va interpretar se lo permite. Eso indica que la experiencia ha sido positiva». Hasta el momento la Academia ha abordado obras de autores españoles, de grandes clásicos de la vanguardia y esta tarde ofrecerá un programa integrado por Xenakis, Donatoni, Dusapin y Manoury.
Para este último encuentro, la Academia ha seleccionado a 18 músicos, cuyo trabajo es supervisado de cerca por media docena de tutores que también participan en los conciertos. Si algúna oveja se descarría -musicalmente hablando-, inmediatamente alguno de ellos, o el propio asistente de Tamayo -Nacho de Paz- salta de su silla para indicarle de nuevo el camino.
Algunos alumnos han venido de Alemania y Holanda, pero la mayoría procede de distintos puntos de la geografía española, como es el caso de Luis Miguel Méndez, nacido cerca de Sanxenjo. y que reconoce que su principal actividad musical actualmente es la de «hacer bolos». Su presencia en la Academia se debe a que «siempre me ha interesado la música contemporánea, escrita hace mucho, pero poco interpretada». Coincidió con Tamayo hace tres años en Viena y de él dice que es «un hombre que a la hora explicar es muy claro». Sobre cuál es la mayor dificultad a la que se han enfrentado estos jóvenes durante la semana de concentración -con ocho horas diarias de ensayos-, todos dicen al unísono y entre risas «¡dormir!». Porque la diversión y la música contemporánea, un hueso duro de roer para muchos -público e intérpretes-, no están reñidas
Susana Gaviña
Abc