Fallece, a los 68 años, el compositor Ángel Oliver
27/4/2005 |
Oliver, autor de obras como «Églogas sobre el nacimiento y muerte de Cristo» o «Nunc», murió en la tarde-noche del lunes, víctima de su propio corazón.
Había nacido en Moyuela, pueblo de la provincia de Zaragoza, el 2 de enero de 1937, en pleno Campo de Belchite, casi en tierra de nadie. Quizá era inevitable que el compositor Ángel Oliver recibiera, como otros compañeros coetáneos, el antipático calificativo de intergeneracional. Cosas de la historiografía musical española del siglo XX, a la que tanto le gusta columpiarse en el juego de las generaciones, para de inmediato comprobar la flojera de estos principios.
Lo cierto es que, de ser algo, Ángel Oliver ha sido un músico sensato, seguro, reflexivo, amigo del oficio entendido desde lo depurado, de la inteligencia y la modestia. Sin duda, un firme compositor, pero también, un intérprete y un maestro, es decir un músico integral.
Discípulo de Guridi y Halffter
Había estudiado con su padre antes de trasladarse a Madrid, donde llegó a ser uno de los últimos discípulos de Jesús Guridi y alumno de Cristóbal Halffter. Su primera obra de peso, «Églogas sobre el nacimiento y muerte de Cristo», recibe el premio de Roma y le lleva a la capital italiana para estudiar con Boris Porena y Goffredo Petrassi, que aún amplía a la dirección de orquesta con Franco Ferrara, en Siena.
Oliver es ya organista en ejercicio, practica en la iglesia romana de Montserrat y, a punto está de afirmarse a través de premios y encargos, que serán la avanzadilla de su catálogo. Desde el Arpa de Plata, en el concurso de la Confederación Española de Cajas de Ahorro (Ceca) por Omicron 73, al Cristóbal Halffter de órgano por el «Tríptico cervantino» o el Reina Sofía por «Nunc». Otros hitos son el «Stabat Mater» para la Semana Religiosa de Cuenca; «Oda», promovida por la Orquesta Nacional, y una pléyade de partituras incluyendo tanteos electroacústicos como «Studium».
Pero también la voluntad pedagógica de Oliver ha sido parte inequívoca de su personalidad. Porque desde el Conservatorio madrileño, donde ingresó en 1965, como profesor de escuelas de magisterio, o al frente de su última tribuna en la Escuela Reina Sofía, no ha dejado de hacer lo más difícil: explicar la música desde la musicalidad.
Alberto González Lapuente
Abc