Mauricio Sotelo: “El ambiente musical es más propicio que nunca”
10/6/2005 |
El compositor madrileño Mauricio Sotelo es nombre obligado en esta primavera. Viene de afrontar con éxito la responsabilidad artística del primer festival “Suena”, de Toledo, y de estrenar en Berlín su Segundo Cuarteto Artemis. Por último, el Festival de Granada presentará, el próximo 1 de julio, su homenaje a su maestro Luigi Nono, Sonetos del Amor Oscuro que, pensada para dos cantaores, le lleva de nuevo al flamenco.
Hace ya unos cuantos años que Mauricio Sotelo (Madrid, 1961) se ha ganado el mérito de ser uno de los creadores musicales españoles con mayor proyección internacional, autor de obras importantes como su ópera De amore, sus Tenebrae Responsoria o Expulsión de la Bestia, con su peculiar relación con el flamenco. Muy joven, se instala en Viena a fines de los setenta, en cuya Universidad para la Música es admitido, en la clase de Francis Burt (Londres, 1926), uno de los pedagogos de mayor prestigio de las últimas décadas. Paralelamente establece una estrecha relación con Roman Haubenstock-Ramati (1919-1994), compositor austriaco de origen polaco, que culminaba en Viena una intensa trayectoria internacional. “Después de ver las obras que le presenté, Haubenstock-Ramati me comentó que parecía que había estudiado con él”, señala Sotelo a El Cultural, “y que, precisamente por eso, era mejor que siguiera con Burt”, señala con un indisimulado respeto. Prueba de este aprecio sería la tesis que realizó sobre su música. “Mi vínculo con Haubenstock-Ramati se ve, sobre todo, en dos aspectos: el problema de la notación musical desarrollada y llevada hasta los últimos límites y establecer en qué medida la grafía musical ha de estar ligada a la forma. Estos materiales tan complejos funcionan en una medida de relación dinámica hasta el punto que, cuanto más denso sea el material, más van a ir reduciéndose las posibilidades dinámicas”.
–¿Es decir?
–Simplificando (se ríe): que estos planteamientos formales no funcionarán en el fortísimo sino sobre gradaciones dinámicas de “piano” hacia abajo, con matices desde cuatro hasta siete “p”, con la intención de buscar una transparencia extrema. La imagen de un acuario me parece bastante explícita y caracteriza mis obras hasta fines de los ochenta.
Encuentro con Nono
–Ahí se encuentra con Nono.
–Sí. A Luigi Nono (1924 - 1990), lo conocí al final de su vida. En 1987 trabé contacto con sus últimas composiciones que, hasta entonces, habían sido muy poco difundidas. Francis Burt, mi profesor, le escribió y yo le pasé mis obras. Después de haberlas leído, aceptó trabajar conmigo del mismo modo como había hecho Hermann Scherchen con él. Fue un shock constatar hasta dónde llegaba la reducción de su notación musical. Nono, de cuya importancia posiblemente no hemos sido todavía del todo conscientes, señalaba que la música de la post-guerra se había obsesionado con la escritura hasta el punto de generar una trama de tal complejidad que parecía despreciar la escucha para centrarse en la escritura en sí misma y en las estructuras matemáticas. Para él, lo importante es la audición y el oído.
–Y ahí comenzó su vínculo con el flamenco.
–Nono me dijo que dejara a Viena, que “era una ciudad de fascistas”, y volviera a España. Él me hizo captar la importancia del flamenco, fruto de una tradición oral, de boca a oreja, una música de una riqueza infinita en cuanto a “microcualidades de sonido”, con todos esos matices que son imposibles de reproducir en cualquier escritura. También analizamos la música polifónica del Renacimiento. Él llamaba a Francisco Guerrero (1528 - 1599) “el viejo”, para diferenciarlo de Paco Guerrero, a quien apreciaba especialmente. Con él trabajé autores del Renacimiento, como Tomás Luis de Victoria o Thomas Tallis, concretamente esta pieza magnífica que es Spem in Alium.
–De Nono heredó su obsesión por trabajar al lado de los intérpretes.
–Porque yo escribo tanto para los intérpretes como para el público. Los primeros son fundamentales a la hora de poder transmitir el mensaje de mi obra por lo que es necesario entablar un diálogo con ellos, bien sean instrumentistas bien cantaores de flamenco. Mi trabajo se desarrolla en la línea como trabajaba Gaudí, sin planos, codo con codo con sus colaboradores. Admiro del último Nono cómo logra transformar un horizonte temporal en uno especial de tal modo que la forma parece proyectarse en el espacio, algo que a mí me interesa mucho. Ahí se aprecian tanto las influencias de las piezas antifonales de los Gabrieli en San Marcos de Venecia como de su experiencia con la música electrónica.
Falta de presupuestos
–En Berlín, el prestigioso Wissenschaft College ha presentado su Cuarteto Artemis con cantaor. Alemania mantiene esa sensación de oasis para la creación contemporánea.
–Sí, porque además cuenta con una tradición musicológica que ha dado una cobertura intelectual importante a la música contemporánea. Pero ahora parece ir cuesta abajo, porque se respira un ambiente muy desilusionado. Se quejan de la falta de presupuestos, aunque todavía están a años luz. Pero hay una generación en España –la mía o la que viene después– muy interesante, en un ambiente sociocultural, que me atrevería a valorar, como mucho más propicio que nunca.
–De su vínculo con Nono y el flamenco nacen los Sonetos del Amor Oscuro-Cripta sonora para Luigi Nono que verá la luz en Granada.
–En una ocasión estaba allí con Nina Schoenberg (esposa de Nono) e Isabel de Falla y ésta le trajo un regalo para el Archivo de su difunto marido: la edición, en italiano y español, de los Sonetos del amor oscuro de Lorca, con notas y subrayados de Nono. Era una red textual para una posible obra. Vi, con emoción, que eso era lo que yo quería hacer. Está pensada para dos cantaores –Arcángel y Miguel Poveda–, un coro dividido en cuatro, que se distribuye de acuerdo a las características de la iglesia del Hospital Real, solistas instrumentales (flauta y contrabajo) y un pequeño grupo de cámara así como trabajo electrónico. Cuenta con apoyo visual del pintor irlandés Sean Scully, totalmente independiente, que en grandes pantallas muestra una serie de pinturas aunque no intenta ilustrar mi obra.
Luis G. Iberni
El Cultural