16/6/2005 |
Carlo Maria Giulini ha sido, de entre los directores contemporáneos, mi gran modelo, como lo fue en el pasado Bruno Walter. Admiraba de él su humanismo, su profunda inteligencia y, por encima de todo, su actitud intachable ante la música, esa vocación de servicio permanente al compositor, que para él era siempre lo más importante, y lo que situaba por encima de todo lo demás. Giulini, a quien tuve la ocasión de tratar en la época en que él era el titular de la Orquesta Filarmónica de Los Ángeles y yo era director invitado. No hacía de la dirección una actividad egoísta, y decía que el podio estaba elevado para que los músicos le vieran mejor, no para estar por encima de ellos. El director, decía, es primus inter pares, como el solista de un cuarteto.
Jesús López Cobos
Abc