Riccardo Muti y Robert Wilson ofrecen sendos homenajes a Mozart en Salzburgo
29/1/2006 |
El director de orquesta dio un concierto brillante, mientras que el director de escena crea polémica al redecorar la casa de Mozart.
El director de orquesta Riccardo Muti y el de teatro y ópera Robert Wilson, dos figuras de fama mundial, pero con personalidades e ideas muy diferentes - la adustez y el tradicionalismo musical frente a la ironía y la innovación escénica-, han sido los protagonistas de la apertura de la celebración del año Mozart en Salzburgo.
Muti fue el encargado de dirigir la gran gala de homenaje a Mozart celebrada en la noche del viernes, día exacto del 250. º aniversario del nacimiento del genio, en la gran sala de los festivales, mientras que Wilson ha realizado en la casa natal de Mozart una polémica intervención o redecoración - a la manera de la que hizo en el Museu Barbier-Mueller de Barcelona durante el Fòrum- a la que los visitantes otorgan calificativos como "sorprendente", "divertida", "estúpida", "interesante" o "incomprensible".
Si en el concierto matinal de apertura del año Mozart Nikolaus Harnoncourt había extraído de la Filarmónica de Viena una vibrante versión de la Sinfonía n. º 40, por la noche Muti logró exprimir aún más las cualidades que hacen de ella una de las dos o tres mejores orquestas del mundo: una homogeneidad y belleza de sonido deslumbrantes, una precisión insultante. La versión de la Sinfonía Haffner fue de antología, con Muti marcando hasta el mínimo detalle, y el resto del concierto también fue extraordinario. La pianista japonesa Mitsuko Uchida pareció estar transportada a otro mundo en su deliciosa versión del Concierto KV 503,y el violinista letón Guidon Kremer y el viola ruso Yuri Bashmet firmaron un excelente y muy emotivo mano a mano en la Sinfonía concertante para violín y viola.
En el apartado vocal, la mezzo italiana Cecilia Bartoli ganó ampliamente la batalla al barítono estadounidense Thomas Hampson en el dúo Là ci darem la mano,de Don Giovanni, y en las intervenciones en solitario de ambos. Bartoli sustituyó a Renée Fleming, cambio polémico - aunque bien recibido por el público, pues la sustituta era de tanta o más categoría-, pues a última hora la soprano estadounidense se negó a cantar "por razones vocales" una de las tres piezas de su programa: Ch´io mi scordi di te?, de la que Bartoli hizo una gran recreación.
En cuanto a la intervención de Wilson en la casa de Mozart, resulta polémica y está impregnada de un humor bastante naif. Así, en uno de los dormitorios ha instalado un neón circular azul - ¿aureola de santo?- sobre una pequeña cuna con un muñeco. En el comedor, donde se exponen los retratos familiares, ha puesto unas sillas diseñadas por él de respaldos muy altos - para sentarse y ver relajado lo que se expone-. En la siguiente sala ha colgado del techo una bandada de pequeños patos azules y ha tapiado las vitrinas con unos paneles recubiertos de un papel con notas musicales, dejando sólo unos pequeños agujeros frente a los objetos en exposición, algunos del museo - el primer miniviolín de Mozart- y otros de su cosecha, como un conejito de peluche.
Marino Rodríguez
La Vanguardia