Cuarteto Casals. El sonido del gesto
18/4/2006 |
El cuarteto de cuerda mantiene su vigencia gracias no sólo a los compositores que históricamente lo han cultivado sino también a sus intérpretes. El Cuarteto Casals es hoy una de las jóvenes formaciones con mayor reconocimiento internacional por el saber con el que superan la simple ejecución musical de la partitura para transformar cada interpretación en expresión de una verdad sonora, capaz de comunicar con nuevos públicos.
Siendo joven he aprendido mucho cuando me situaba junto al piano de mi maestro Godovski, y lo escuchaba observándolo. Yo estaba encantado mirando sus manos, muy pequeñas (él era bajito), que parecían talladas en mármol, manos extraordinariamente bellas (como puede ser bonito un caballo de carreras o el cuerpo de un atleta) y observando con qué simplicidad, con qué lógica, con qué agilidad, con qué soltura, e incluso con qué sabiduría superaban dificultades más que acrobáticas. La impresión que me producía era que todo, sin exigir ningún esfuerzo, era prodigiosamente simple, natural y bello." Esta experiencia del que se convertiría en uno de los grandes maestros de la escuela rusa de piano, Heinrich Neuhaus, recuerda un tiempo en que las historias entre músicos, maestros, y público, se sucedían hasta devenir casi un género. Cuentan que la noche antes del incendio de Roma sólo se oía hablar en las calles de las actuaciones de aquellos días. Y es que la reconstrucción de los hechos a través de la historia musical de un lugar implicaría sin duda hacerlo no sólo a través de los compositores sino también de los intérpretes, cuando éstos han tomado como propia la labor de integrar la música en las características éticas y estéticas de una sociedad.
Es esta habitud ancestral de hablar de música, circunscrita hoy más al ámbito de críticos y profesionales que del mismo público, la que parece haberse apoderado de un grupo de melómanos que alimentan la existencia de una naciente cuartetomanía.Retorno en el centro del cual se encuentra el Cuarteto Casals, reconocido por la crítica internacional como uno de los cuartetos jóvenes más extraordinarios de Europa. Más que un recambio generacional, una primera ola. Un ensemble pionero, formado por Vera Martínez (violín), Abel Tomàs (violín), Jonathan Brown (viola) y Arnau Tomàs (cello), que aparece milagrosamente de una tradición de cuerdas inexistente en nuestro país. Recientemente galardonado con el Premi Ciutat de Barcelona, ha sido el primer cuarteto de cuerda español invitado a participar en el Festival de Salzburgo, en 2005, creando gran expectación por descubrir en directo cuál sería ese nuevo sonido. "Un cuarteto de cuerda puede tocar con más o menos efusividad o unidad que otro, pero comparativamente pocos producen el tipo de tono distintivo que los sitúa como un grupo aparte. El Cuarteto Casals tiene un sello sonoro vivo, como se hizo rápidamente visible el sábado por la noche en su concierto en la Frick Collection", escribía en The New York Times el crítico Allan Kozin.
Las características de este sonido se definen, a priori, por contraste con los grupos americanos o centroeuropeos entre los que se perciben ciertos rasgos comunes. Al detenernos, entramos ya en el particular universo de cada formación. En cualquier caso, el posicionamiento del Cuarteto Casals en el panorama internacional ha abierto caminos para los grupos jóvenes de nuestro país y ha puesto en evidencia la situación del mismo. ¿Por qué cuesta consolidar formaciones jóvenes? ¿Por qué las orquestas no son reconocidas? ¿Por qué ese desequilibrio entre estudiar fuera o aquí? (estrangeritis,falta de compromiso, condiciones de trabajo inestables, dispersión en la formación, y un largo etcétera). Ahora bien, independientemente de origen y coyuntura, el sonido es - en palabras de Neuhaus- la expresividad de la ejecución, un medio de expresión del intérprete (lo mismo que el color o la luz para el pintor). "Por eso - cuenta Arnau, cello y miembro fundador- no trabajamos sobre él como una meta, como haría un luthier que debe fabricar su sonido, sino que llegamos a él como una consecuencia del trabajo conjunto sobre la obra - el fraseo, la intensidad, el carácter- que nos permite lograr un sonido más homogéneo, siempre permeable al compositor que se interpreta, sea Mozart, Debussy, Arriaga, Zemlinsky o Haydn. Es la búsqueda de las ideas interpretativas lo que nos lleva de repente a él y no el intento de encontrar un sello acústico identificativo con el cual tocar cualquier autor."
En el directo, la consecuencia más audible para el público - el sonido- va además acompañada de otro elemento igualmente importante: la coreografía visual que conforman gestos, miradas y movimientos entre los músicos, y que permiten al público completar la auténtica escucha; como hacía Neuhaus sentado al lado de Godovski. La escucha a través de los gestos visibles en el rostro, las manos o el cuerpo del intérprete sirven pues en el cuarteto para la comunicación entre los intérpretes y para la comunicación con el público. Si observáramos a cámara lenta los movimientos de cada uno de los componentes del cuarteto o acumuláramos una foto fija de cada uno de los instantes, percibiríamos uno por uno los colores de la paleta que se han mezclado para llegar hasta el final. Articulaciones, dinámicas, respiraciones. Gestos, miradas, intenciones. Todo cuanto queda impregnado en la retina, estilo y movimiento, es el gran espectáculo de la tormenta. Entonces presenciamos el resultado de la alquimia y llegamos a tocar, más allá de la comunicación, al verdadero fin. La expresión de la idea musical.
Unidad y expresividad
La búsqueda de la expresividad es uno de los motores de los grandes maestros que han entendido la importancia de un simple gesto. En ocasiones más explícito que la misma palabra, el gesto se encuentra contenido en la propia esencia de la música que abarca el movimiento y el elemento coreográfico. Con sus gestos al aire, el director de orquesta moldea a su gusto el sonido que resulta del cuerpo concertante. ¿Cómo llega el Cuarteto Casals a conseguir algo aún más sublime sin batuta? A través del movimiento del cuerpo cada músico se dirige a sí mismo y a los demás. Con los años han aprendido a funcionar como unidad, lo que les ha merecido inmejorables críticas sobre su solidez, equilibrio, énfasis y precisión. Muchas de las dualidades que se plantean en la interpretación (análisis o sensibilidad, fidelidad o no a la partitura, sonido antiguo o moderno) encuentran su punto medio en el cuarteto por su necesidad de ser flexibles, de pactar, de reflexionar en voz alta y de ponerse a prueba constantemente, explica Abel. Y es cierto, viéndoles, uno percibe que han encontrado una sintonía, una frecuencia energética. La armonía y el equilibrio se sienten en cada momento a través de una batuta invisible: el pulso interno. La dirección se hace sensible al público y logra convertirle en cómplice del acto colectivo de construcción de la obra. Es en el mirar para oír mejor donde éste participa verdaderamente del concierto. Los espectadores entran en escena transformando el formato convencional receptor/ emisor.
"Somos conscientes del contacto visual entre nosotros - continúa Vera- que siento como algo que me da seguridad yme mantiene al cien por cien atenta para reaccionar cuando alguno decidimos cambiar o tocar algo diferente." Lógicamente, sólo alguien liberado de las preocupaciones y temores de la técnica interpretativa como los miembros del Cuarteto Casals puede utilizar el espacio de libertad necesario para crear un verdadero diálogo que nos introduzca a un nuevo mundo de posibilidades. Con el mismo espíritu encontramos las colaboraciones de grandes figuras artísticas con el virtuoso cellista americano de origen asiático Yo-Yo Ma, quien ha logrado ampliar la idea de dirigir a varias manos ofreciendo con una serie de DVD titulada Yo-Yo Ma inspired by Bach una interpretación caleidoscópica de las suites de Bach. Con ello demuestra a través de una de las obras más universales de la historia de la música la inexistencia de barreras para crear colectivamente una imagen musical y un tempo, aún con técnicas aparentemente muy diferentes. Por ejemplo, el coreógrafo Mark Morris había sentido siempre que la música era un arte completo en sí mismo. A partir de la lectura conjunta de la partitura de la Suite n º 3 con Yo-Yo Ma, el trabajo de equilibrio y organización interna de la obra tomaron un nuevo sentido. Una tarea minuciosa con la que llegar a un conocimiento profundo de los lenguajes y de la capacidad de relación entre ellos. "Ahora vosotros sois mis músicos", les decía emocionado a los bailarines después de descubrir una obra que había repetido durante años. La conciencia de un nuevo conjunto de elementos, sonidos y movimientos, logra cambiar la percepción de la interpretación. De modo similar, Yo-Yo Ma ha trabajado la importancia de cada gesto, el movimiento de cada músculo y la necesidad de cada respiración, en su colaboración con Tamasaburo Bando, actor de kabuki, antiguo teatro japonés de movimientos extremadamente lentos y de máxima expresividad. El Cuarteto Casals evoca el parecido que establecía uno de sus maestros - el viola del cuarteto Alban Berg- entre su profesión y el kabuki, por ejemplo, a raíz del estudio de una partitura de Webern que requería de los gestos para liberar la tensión de unos movimientos muy lentos y concentrados. En este sentido, diversos maestros aconsejan utilizar métodos orientales para ayudar a través del movimiento del cuerpo a la fluidez de la expresión musical.
Tanto en la confluencia de lenguajes artísticos que inspira Yo-Yo Ma como en el trabajo entre músicos y público que se hace visible en un concierto del Cuarteto Casals, el cuidado durante el proceso de creación deviene tan importante como el resultado final. La apuesta por un nuevo escenario ofrece retos importantes a favor de la comunicación. Se trata, en definitiva, de entender la música como una experiencia, la del intérprete, el director, el bailarín, el actor, el coreógrafo, o el público, que demuestra en primer y último término lo estimulante y fructífero que resulta adentrarse desde múltiples ópticas en el poco ejercitado arte de la escucha.
Eva Vila
La Vanguardia