Barenboim ofrece, al fin, su primer concierto de piano en Ramala
2/8/2003 |
El músico judío se ha propuesto firmemente crear en territorio palestino un Conservatorio Nacional que propicie después la creación de una orquesta
JERUSALÉN. Le ha costado diecisiete meses de ímprobos esfuerzos. Le ha ocasionado más de un dolor de cabeza. Le ha obligado a desafiar más de una vez las estrictas medidas de seguridad israelíes. Le ha producido múltiples sinsabores. Pero hoy, al fin, el maestro judío pero sobre todo ciudadano del mundo, Daniel Barenboim, ofrecerá a los sufridos y castigados habitantes de Ramala su primer concierto de piano en el «Friends Boys School».
En marzo de 2002, el Ejército israelí no le garantizó su seguridad si se atrevía a cruzar el último control militar y adentrarse en la capital administrativa de Cisjordania. Barenboim optó entonces por aplazar su visita a Ramala que, a la postre, pudo realizar varios meses después, en septiembre. Aquel día, Barenboim interpretó la sonata «Claro de Luna» de Beethoven ante un nutrido grupo de chavales que no dejaban de moverse ni un minuto en sus incómodos asientos. Aquel día, con la concesión del Premio Príncipe de Asturias de la Concordia 2002 junto a Edward Said muy reciente, el maestro nacionalizado español escuchó tocar el piano a varias niñas de Ramala y charló con muchos jóvenes sobre música pero también de política, de convivencia, de la capacidad para compartir, de la voluntad de vivir en paz.
Hoy, sin embargo, pese a que no podrá desembarazarse de su simbólico disfraz político, Daniel Barenboim vestirá en Ramala su traje de gala, el de músico, el que mejor luce con mucha diferencia, para acariciar un piano que le ha estado esperando durante mucho tiempo en el vetusto escenario del colegio más antiguo de Palestina. A buen seguro que el músico judío aprovechará asimismo su visita a Cisjordania para que su proyecto de una orquesta con músicos palestinos, que estudien y se desarrollen en la misma Ramala de la mano del Conservatorio Nacional, se haga realidad.
Eso, sin duda, le llevará mucho más tiempo. Su primera intención ha sido la de becar a músicos palestinos de los Territorios Ocupados para el Taller Diván, con sede ya definitiva en Andalucía. Dicho taller cuenta hasta ahora con árabes israelíes pero no con palestinos de Cisjordania o de Gaza por carecer del nivel musical suficiente.
Hoy, sin embargo, toca tocar. Ni más ni menos. Eso sí, tras una espera de diecisiete meses.
Juan Cierco
Abc