La promesa
9/11/2003 |
Quien más, quien menos mira la programación de su orquesta y se hace ilusiones. Aspira a recuperar la impresión que se sabe provocan determinadas músicas. Se trata de un acto inconsciente, hasta puramente instintivo, al que, no obstante, cabe encontrar respuesta. Por ejemplo, anunciada la interpretación de «Un réquiem alemám» de Johannes Brahms al instante acuden imágenes no demasiado precisas, aunque sí sugerentes, como la de ese «éxtasis en el silencio» del que habló y escribió el propio autor. A su búsqueda acude el público y hasta llena el Auditorio, máxime si una obra de semejantes dimensiones aparece firmada por un maestro de tanto arrobo como Rafael Frühbeck de Burgos, unos solistas de tan fino hacer como Ofelia Sala y Matthias Goerne, cuya capacidad para la expresión lírica se ha reafirmado estos días en el Ciclo de lied, y una orquesta y coro tan fieles al mandato de un maestro fetiche como los Nacionales de España.
Mala actuación del Nacional
¿Por qué las cosas han de ser de otro modo? Quien lo sabe. Lo cierto es que este «Réquiem» se ha producido, no ya al margen de sus propias exigencias expresivas, incluso contradiciendo la propia materialidad de la interpretación. Al Coro Nacional de España cabe exigirle algo más que una actuación sin espíritu, desde luego, que no se manifieste triste, desabrido, tardón y hasta calante, porque su protagonismo es tal que todo ello acaba por contagiar al resto. Bien es cierto que Frühbeck de Burgos se ha resistido a adentrarse en el lado más refinado, a jugar con las sombras y colores de una obra de matices añejos. Lo más sorprende es que la constante falta de cohesión entre los instrumentistas pareciera negar su reconocida habilidad artesanal y la precisión de un gesto generalmente infalible. El encuentro con esa realización en exceso abierta fue evidente pues Goerne, por sus propias condiciones, plantea la obra desde un recogimiento que de producirse también habría apoyado favorablemente la voluntad lírica de Ofelia Sala. Sin duda, el resultado ha sido decepcionante por la sencilla razón de que cualquier emoción es producto de un deseo, de la espera, y este «Réquiem» tenía elementos suficientes como para prometer una dimensión poética de más intensidad.
Alberto González Lapuente
Abc