17/4/2009 |
El músico que hay detrás de las partituras, pero sobre todo el hombre que hay detrás del músico. Londres quiere aprovechar el 250 aniversario de la muerte de Händel para conocer un poco más la personalidad de un creador tan sociable en su contactos -con encargos de la Corte y relaciones con adineradas familias- como extraordinariamente reservado en su vida privada.
«Händel era terriblemente privado y claramente pensaba que la gente no tenía derecho a saber qué sucedía en su casa una vez cerraba la puerta», asegura el director de orquesta Christopher Hogwood, comisario de la exposición que sobre el genio de Halle se ha abierto hasta finales de octubre en la casa-museo de Händel en Londres. El compositor alemán se instaló en la ciudad inglesa en 1712 y vivió en esa casa del barrio de Myfair durante 32 años, hasta su muerte en 1759. Esa larga estancia y la obtención de la ciudadanía británica en 1727 han hecho que los ingleses hayan tomado siempre al músico como propio y transformado su nombre original en George Frideric Händel.
La ceguera y los excesos
Junto a la exposición, la agenda cultural británica acoge este año más títulos de Händel de lo habitual. La Royal Opera House ha estrenado una nueva producción de «Acis and Galatea», mientras que la English National Opera llevará al escenario «El Mesías». El Barbican ha acogido la interpretación del oratorio «La resurrezione» y la emisora de música clásica de la BBC está emitiendo todas sus óperas. También se ha encargado para su estreno un oratorio que completa la historia de «Jephtha», que Händel no pudo terminar por la creciente ceguera que padeció al final de su vida.
Precisamente, la muestra en la casa-museo de Londres (Brook Street, 25) exhibe la partitura de «Jephtha» en la que el músico escribió el 3 de febrero de 1751: «Incapaz de continuar debido a un debilitamiento de la visión en mi ojo izquierdo».
Además de esos problemas últimos de visión, también padeció de episodios de parálisis, que podrían ser explicados por un envenenamiento de plomo procedente de las vasijas en las que guardaba las bebidas alcohólicas. Händel bebía bastante y aún comía más. Quizás sea este aspecto el que más se destaca en la exposición, con anécdotas como la explicada por Joseph Goupy. Händel invitó a su amigo artista a una «sencilla y frugal» comida en su casa; cuando en un momento dado el anfitrión se ausentó de la mesa, Goupy se sorprendió por su tardanza y fue a buscarlo: estaba en otra habitación ocupado con mejor comida y bebida. Händel acabaría peleándose con su amigo cuando éste le dibujó en caricaturas que le calificaban de «armonioso verraco».
Los pocos datos sobre la vida del músico -apenas dejó nada escrito más allá de sus composiciones y la estricta contabilidad de sus ganancias- no permiten de todos modos ahondar mucho en su vida personal. Según el comisario de la muestra, tampoco se ha querido dar pábulo a interpretaciones más propias del presente sobre el hecho de que Händel no se hubiese casado, aunque estuvo a punto en dos ocasiones.
EMILI J. BLASCO
Abc