29/10/2010 |
El barítono Juan Pons, que acaba de cantar en la Ópera de París, se lamenta del gran coste de las producciones frente al recorte de los cachés de los cantantes.
«No creo que la crisis le afecte, pero debería», lamenta el cantante en conversación con Efe nada más terminar su participación en la producción de «Il Trittico» de Giacomo Puccini, y antes de salir hacia su próxima cita en Nueva York. «La crisis tiene que afectar, porque están recortando cachés de cantantes o de músicos y maestros y (por otro lado) están dando con pala», se queja gráficamente en alusión a las grandes cantidades de dinero que cuestan las peticiones de algunos directores escénicos. Y para pagar «todo lo que quieran: tienen que montar una grúa y unas cosas hidráulicas, y lo hacen. Y llega el director de escena y pide que cambien los vestidos de tul por seda, y los cambian (...) Tendría que haber un poco de crisis en este sentido», agrega Pons, sobre ciertos caprichos.
«Mortier tuvo que pagar»
«Hay muchos teatros que intentan hacer cosas nuevas y es cuando llegan los cambios de opiniones», comenta después de referirse a que Gerard Mortier, director artístico del Teatro Real de Madrid, decidiese prescindir de «Il Trittico», coproducido por el coliseo madrileño junto a la Scala de Milán y la Ópera de París. «Mortier tuvo que pagar. El contrato es el contrato», revela el cantante sobre la exclusión del calendario del Real de Madrid de esta versión que, con puesta en escena de Luca Ronconi, se ha representado en el teatro de la Bastilla de París todo el mes de octubre. «Todo son gustos y todo el mundo tiene que comer», acepta Pons, que no obstante, remacha sobre ciertos directores de escena: «Tienen carta blanca y para mí están exagerando un poco».
«Cuando empecé primaba más la música», recuerda el barítono en su camerino y se aprecia cierta nostalgia cuando rememora que «en un teatro lo primero que se hacía era dos o tres días de ensayos musicales». Pons deja el teatro parisino al día siguiente del reestreno de una producción histórica, la versión que Giorgio Strehler hizo en 1973 de «Le nozze di Figaro». Con Strehler precisamente en diciembre hará treinta años que Pons debutó con «Falstaff» en la Scala de Milán. «Prefiero una versión que me haga sentir que estoy haciendo el personaje que es», insiste Pons, quien se queja de que, en ocasiones, el intérprete está «cantando una cosa y diciendo otra». «Me gustaría que los directores de escena a veces subieran a ver qué les parece a ellos pero, bueno, seguramente me intentarán convencer de que lo hacen bien», zanja.
Demasiado ego
Pons no duda de que en la ópera actual hay muchos y buenos cantantes, «los niveles suben en todo, hay más medios para hacer teatro, como también en teatro musical y en la ópera». «Me alegra —continúa— descubrir que va saliendo gente. Y les deseo a todos que les vaya muy bien, porque es una carrera llena de sacrificios». El barítono español asegura que hay muchas «estrellas» a quienes se lanza «demasiado pronto» y «se les sube demasiado el ego y se despreocupan un poco, se desconciertan muy pronto». Acostumbrado a cantar con los Domingo, Carreras, Carreras, en la época de Caballé, Lorengar o Victoria de los Ángeles, Pons asegura estar «feliz» con la época que ha vivido, «de grandes cantantes, de los de quitarse el sombrero. Ha sido un lujo para mí poder cantar con ellos y estoy agradecido de verdad», concluye.
Abc